Una Costa Rica limpia

Daniel Oduber

Un telerreportero de la CBS (Columbia Broadcasting System), enviado a Costa Rica para tomar cine y elaborar reportajes sobre la reacción nacional ante los problemas de Watergate y del señor Vesco, me preguntó ante varias personas, y ante la cámara, cual era mi impresión sobre la «invasión gringa». Me puso a pensar. Sobre todo, me puso a pensar que si uno ahondaba en esa pregunta, vendrían muchas ideas en relación con los escándalos actuales.

La llegada a Costa Rica de un número creciente de extranjeros que desean convivir con nosotros no es un fenómeno social sin explicaciones. Como toda corriente migratoria, tiene explicaciones múltiples que vale la pena analizar.

Costa Rica es un país atractivo para vivir. No sólo por su exuberante naturaleza, una de las mas bellas del mundo, sino por la calidad humana de sus habitantes y la etapa de desarrollo en que está. Por muchos años hemos exportado la idea de que Costa Rica

Costa Rica es un país atractivo para vivir. No sólo por su exuberante naturaleza, una de las más bellas del mundo, sino por la calidad humana de sus habitantes y la etapa de desarrollo en que está. Por muchos años hemos exportado la idea de que Costa Rica es un paraíso terrenal, y ahora, en la época de los transistores y del jet, mucha gente ha sido atraída por esa fama, y ha comparado su triste vivir en un país industrial, sucio y lleno de problemas sociales, con este país que ha logrado construir una sociedad mejor desde el punto de vista humano que la que han construido países más ricos. El problema de la contaminación ambiental, de las altas cargas tributarias, de las drogas y de la violencia, ha trastrocado los valores tradicionales que se daban como metas a las gentes, y ha colocado nuestras metas como las de una sociedad más atractiva y a Costa Rica como a un hogar más humano. Y empezó ya la ola de inmigrantes a la pequeña Costa Rica.

LA SUIZA DE AMERICA

Unos para escoger un paraje solitario, bello y tranquilo, donde con poco dinero se vive en paz. Otros pensionados, que con una renta modesta desean vivir mejor de lo que viven en sus países de origen. Otros con fortuna propia o representada, que desean colocar sus dineros en el país para obtener mejores rendimientos, y, al mismo tiempo, disfrutar de una vida mejor. Otros, de mente cerrada, que desean multiplicar en Costa Rica los errores de su sociedad. y que nos traen proyectos para ensuciar nuestros mares, destruir nuestros bosques o deshumanizar al costarricense con el pretexto del desarrollo. Otros vienen a prestar dinero. Otros a estimular la prostitución. Otros a vender drogas, crear el racismo o abrir casas de juego. A algunos les dio por vender valores de los llamados fondos mutuos.

De todo hay en la viña del Señor. Hay otros grupos que quieren meternos a garrotazos un tipo de sociedad totalitaria, y otros andan con teorías del siglo diecinueve, tratando de convencer ingenuos.

Los costarricenses escogimos nuestro rumbo hace algunas décadas, cuando quisimos que se nos llamara la Suiza Centroamericana. Y a Suiza hay que estudiarla para examinar lo que queremos los costarricenses.

HIPOCRESIA

Paisaje: lo tenemos; energía hidroeléctrica: la tenemos; paz: la tenemos. Lo que nos faltaba eran viajeros con dinero y ya llegaron. Los suizos, a los que quiero y admiro, no preguntan a los dictadorcillos criollos que allá llegan cómo lograron el dinero; ni a los jeques, los sultanes o los califas, de dónde vino su fortuna. Los nazis depositaron allí lo que se robaban. Los antirracistas tienen cuentas en números. Lo mismo los estafadores internacionales. Otros países copiaron a Suiza, y les fue bien. Los tiranuelos de América Latina, que robaron al pueblo, fueron recibidos con honores en los bancos norteamericanos y la propina funcionó eficientemente, aceitando clubes sociales, hoteles, políticos y empresarios. En Inglaterra los grandes estafadores eran gente bien, y Sabunara competía en las carreras de yates, con las buenas familias inglesas. Cuando Costa Rica perdió tres millones de dólares, robados por él, y se le pidió información al más respetable de los bancos de Londres, la respuesta fue que para ellos era un hombre de alta integridad moral (high moral integrity). Y cuando Costa Rica fue a pedir auxilio, se rieron de nosotros hasta los jueces con peluca.

EXTRADICION

Ahora desatan un escándalo porque se aceptan inversiones, cuyos propietarios son acusados de fraude en perjuicio de sus clientes. También nos piden que devolvamos esos dineros a los perjudicados. En una Costa Rica apegada a la ley, esto no es posible. Los tribunales de Costa Rica están listos para tramitar demandas bien fundadas sobre la propiedad de esos dineros y aún sobre extradición. Pero no podemos sacarles las castañas del fuego a quienes no preguntan el origen de los billetes, cuando estos son producto de la estafa a nuestros pueblos y del engaño a nuestros inversionistas.

Las compañías bananeras que nos robaron por décadas y arruinaron a millares de costarricenses, engañándolos en los números, eran personas de «alta integridad moral», y fueron protegidos hasta por los acorazados. Quienes nos estafaban día a día robándose a sí mismos en los ferrocarriles, para no pagar impuestos, tomaban té con pasteles en los clubes de moda, a costa de las «repúblicas bananeras». Eran personas de «alta responsabilidad e integridad moral». Quienes vinieron aquí robando en México, en Venezuela, en la República Española o en la Alemania Nazi, fueron recibidos por la alta sociedad y a todos los abrazamos y llevamos a nuestros hogares. Y fueron buenos costarricenses.

Los presidentes de las compañías grandes que vienen a succionar la riqueza del país con el pretexto del desarrollo, son recibidos por los altos dignatarios que les dan su tiempo y su afecto. Quienes vienen a adueñarse de nuestras playas vendiendo acciones en otros países son aceptados y acogidos en clubes sociales. Y hasta quienes traen drogas para destruir a nuestra juventud, son devueltos con pasaje de primera clase, en vez de dejarlos pudriéndose en nuestras cárceles.

UNA COSTA RICA LIMPIA

Necesitamos una revisión de valores y de metas en el país, y en eso estoy yo ahora, preparándome para la campaña electoral. No quiero filibusteros, ni traficantes, ni ladrones en Costa Rica. Quiero una Costa Rica limpia en su desarrollo y quiero proteger nuestra belleza natural para que la disfrutemos los herederos de los costarricenses que nos la cuidaron y legaron. No quiero tampoco detener al inmigrante que trae conocimiento o recursos para ponerlos al servicio de lo que queremos nosotros. Pero, quienes debemos ponernos de acuerdo somos nosotros sobre lo que queremos, y calificar así el tipo de inversión que queremos tal como lo dice la Carta Fundamental de nuestro Partido, para que los que vienen sepan a que atenerse.

Urge una legislación dentro del marco de la integridad económica que establezca las condiciones justas y deseables para las inversiones de procedencia extranjera. Pero, esa legislación debe consultar el Interés real de nuestros pueblos y nada tienen que ver con ese objetivo, los que no cuestionaron en el pasado otras inversiones, no preguntaron si los recursos de los inversionistas eran bien o mal habidos, y no protestaron por el saqueo de nuestra riqueza natural o para la explotación inhumana de nuestra fuerza laboral.

Daniel Oduber

La República, 26 de mayo de 1973.

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