La última derrota del partido

Desde adentro

Roberto Castro Chaves

Roberto Castro Ch.

Hemos leído varios análisis realizados desde distintas ópticas y por distintos autores sin embargo, creemos que los tópicos tratados en algunos casos no están dentro del interés y la expectativa liberacionista de mejorar la situación actual del Partido.

En primer lugar existen dos campos para ingresar al tema, concretamente hay variables que son internas del Partido, como hay muchos fenómenos externos. De igual manera se dan fenómenos mediatos e históricos que no revisaremos en este momento.

Es lógico suponer que nos interesa mucho analizar los problemas en los que el Partido y sus miembros puedan intervenir para resolver, sean los problemas que se derivan de variables dependientes de su funcionamiento y organización interna, pues la situación que se desprende de variables independientes, la solución inmediata no está a nuestro alcance.

Iniciar una revisión del tema electoral sin considerar el elemento fundamental del mismo que es el elector, no parece procedente, pues dentro del modelo democrático es el elemento prioritario y fundamental por consiguiente, la organización y funcionamiento del proceso electoral es el de mayor importancia pues como afirmó Rodrigo Facio en la Constituyente del 49: “Lo que se pretende es que la libertad del sufragio, por la que tanto ha luchado el pueblo de Costa Rica, se mantenga incólume”.

Radicando la soberanía electoral en el elector, cabe preguntarse cuál es la razón por la cual éste le retira el apoyo al PLN, fenómeno que no es nuevo pero que sí ha sido progresivo y evidente en los últimos años; pues nos aventuramos a afirmar que el Partido ha hecho cosas que no son del agrado del electorado o al contrario ha dejado de hacer y tomar las decisiones que el electorado espera que se hagan.

Veámoslo en forma directa: El Partido está atentando contra la “libertad del sufragio” al erradicar en sus procedimientos la “representación de las minorías”, efecto que se hizo evidente en el último proceso electoral. La desunión del Partido ante las elecciones nacionales fue evidente y la razón observable la encontramos cuando el candidato vencedor rechazó la participación del inmediato perdedor electoral. Como consecuencia las tendencias tomaron rumbos distintos. El caso es que si se hubiera dado participación y representación a las minorías, los tres candidatos no vencedores, hubieran participado en la contienda unitariamente y por consiguiente los resultados fueran distintos con el PLN actuando como organización unida.

El electorado liberacionista no está observando de buena manera en que la dirigencia que conduce los destinos del Partido, irrespete el principio de “igualdad” pues para escoger los cargos de dirección del Partido y los candidatos de elección popular, es menester pagar cuotas de inscripción, que no todos los liberacionistas están en disposición de cubrir.
Ante esta situación el liberacionismo se divide entre los que tienen recursos económicos o son auspiciados por financistas y los que no tienen esa condición ni posibilidad.

De igual manera el mecanismo utilizado para realizar la escogencia a candidatos a diputados es selectivo y direccionado, dejando fuera de participación democrática a los liberacionistas que disponiendo de liderazgos cantonales y provinciales, deben deponer sus aspiraciones ante disposiciones arbitrarias y antidemocráticas de los personeros que dirigen el proceso.

Se pueden añadir otros elementos a los antes citados como por ejemplo, la violación al principio de “pluralismo político” que se presenta cuando un mismo órgano utilizando el mismo mecanismo, realiza diversas elecciones para escoger los miembros que van a dirigir los destinos del Partido. Es evidente que en la dirección del mismo, tengan el poder de decisión los que proceden de un solo grupo, o sea los que disponen del respaldo de la mayoría en la asamblea que efectúa el proceso. Los que piensan y opinan distinto, operan desde fuera de las estructuras formales.

No estamos argumentando que en cada uno de los casos señalados, se dan evidentes inobservancias a disposiciones constitucionales, que además riñen con normas jurídicas establecidas en el Código Electoral y que para concluir son contrarias a las disposiciones vigentes de nuestra Carta Ideológica, posiciones esas que son antidemocráticas y que se deben corregir. Pero además tenemos la obligación de hacerlo no solo por ser violatorias al Orden Jurídico, sino que son mecanismos autodestructivos y contrarios a los intereses del Partido, que cada vez calan más profundo en el electorado costarricense y que si no se corrigen el fin del triunfalismo liberacionista está muy cercano.

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