Lic. Daniel Oduber: Un hombre extraordinario

Por Marjorie de Oduber

Daniel Oduber

Compañeras:

Quiero agradecerles profundamente Su presencia aquí en esta tarde y agradecer al grupo de señoras que, con su trabajo constante, ha hecho posible este evento.

Aprovechando la oportunidad de que este homenaje no es solamente de carácter social sino, en mayor grado, de simpatía y adhesión política a la candidatura de Daniel, pienso, referirme a algunos aspectos de su vida que les permitirán formar una imagen más integra de su persona.

Uno de los fines del partido político nuestro es el de lograr la mayor justicia posible a efecto de liberar las capacidades creadoras del hombre. Aunque el movimiento sea histórico, hay hombres especialmente dotados para impulsar los cambios aconsejables, y Daniel es uno de esos hombres. Al contrario del político corriente que parece decir: «dígame dónde va el pueblo para poder conducirlo», Daniel orienta al pueblo.

Entre las muchas dotes de Daniel figura una preparación y una capacidad extraordinarias. Cuando me lo presentaron en Canadá -éramos estudiantes- me contaron que fue el único en la Universidad de McGill- posiblemente la mejor Universidad en el país- capaz de sacar una nota de 100 por ciento en un examen de Lógica. Los estudios de filosofía (cuatro años), más dos de postgraduado, los hizo todos en dos años solamente, en una lengua extraña, y siendo esta disciplina de las más difíciles. Que sepa yo, ningún canadiense lo ha podido hacer.

A pesar de eso, Daniel nunca habla por encima de la capacidad de su interlocutor. Nunca trata de herir a la gente sincera con exhibirla. No es, en lo más mínimo, orgulloso, ¡impaciente sí! Pero es de gran compasión, la que, aunque la siente, no la exhibe. He pensado que tal vez le venga, en parte, de su madre. Nunca le conocí; había muerto, al igual que su padre, antes de que yo viniera al país. Pero, como de cierta gente se repiten siempre las mismas apreciaciones por boca de las más diversas, se dice de ella, sin excepción, que era una santa; que vivía aún inválida, para los demás.

UNA CARACTERISTICA DE DANIEL ES SU INCLINACION PERMANENTE A INSTRUIR

En el fondo, y dentro del contexto político, esta es la razón que lo lleva a insistir en una campaña de altura. En lo personal puedo decir, que si yo recibí una preparación buena, empecé a poder evaluarla en términos siempre más amplios a través de los años vividos a la par de Daniel. Hay pocas cosas que den más satisfacción que este aprendizaje. Será por eso que una de mis aspiraciones -de ganar la campaña- será la de impulsar cooperativas de ahorro y crédito -las más fáciles de formar y financiar- con bibliotecas infantiles, -un poco guarderías-, atendidas por lectores adolescentes para nutrir física y mentalmente a tanto niño cuyo horizonte mental se ve siempre restringido por el ambiente en que se mueve. Pienso convencer, por ejemplo, a la Cooperativa de la ANDE para que distribuya útiles escolares y libros, a precio de costo a estas cooperativas.

Pienso pedir a Fundaciones Internacionales textos adecuados -para tener estas pequeñas bibliotecas al día. Pero nada hago sola. Será, espero, con ustedes y con sus hijos con los que podremos llevar adelante estos proyectos.

Esta desviación me hace recordar otra de las dotes de Daniel. Como entiende la política como estímulo al desarrollo del hombre y del país, en 1966 estuvo de acuerdo en que yo siguiera organizando campesinos sin participar en la campaña electoral. En 1960 yo había empezado este trabajo con campesinos -que es lo que más me gusta- y, sin exagerar, trabajaba por arriba de seis horas diarias en forma voluntaria durante esos años. Hablé en repetidas visitas, con cerca de 200 campesinos en las regiones de Santa Ana y San Antonio de Belén; visité dependencias del Estado, llevé la correspondencia, etc. La cooperativa que se formó logró exportar un valor de medio millón de colones al año, beneficiando así tanto al pequeño productor como al país con las divisas logradas. Daniel decidió no mencionar esta labor en la campaña para que nadie pensara que yo lo hacía con fines electorales. Daniel quiere al campesino y quiere verle entrar en el sistema económico de producción para que no quede rezagado al margen de la civilización por falta de gobiernos que sepan preocuparse en forma inteligente por él. Quiere mejorar su situación para que no siga mandando sus hijos a aumentar los tugurios de los centros urbanos, donde vive hacinado y solitario.

De esta actitud se desprende otro rasgo de su carácter. No supedita la mujer a un trabajo que no sea de su inclinación. A veces comenta que Willy Brandt no saca a la esposa por todo lado. De Gaulle tampoco lo hizo, como no lo hacen Indira Gandhi ni Golda Meie con sus respectivos maridos. Comenta que aquí hay cierta inclinación a copiar las costumbres de los norteamericanos donde la mujer entra, tantas veces, como factor de provecho en la carrera de su marido y a veces a tal punto que entrevistan también a la esposa del aplicante a un puesto en una empresa. Utilizar la mujer en esta forma no es estimularla como persona sino reducirla a un apéndice del hombre.

Cosa distinta es estimular a la mujer según sus inclinaciones. Fue por estímulo de Daniel que figuré en la primera Comisión Redactora de la Ley de Cooperativas en 1965. El creyó que mis años de trabajo con las bases servirían para orientar a la ley hacia muchas necesidades concretas que había palpado. Este proyecto se hizo Ley de la República en 1968. Después del año 1970, en que estuve enferma, me incluyó en la Comisión Redactora del anteproyecto de ley tendiente a formar el Instituto de Fomento de Cooperativas, INFOCOOP, única institución del Estado con una mayoría en la Directiva electa desde las bases, idea, por cierto de Daniel.

Me estimuló en igual forma cuando empecé a estudiar un sistema de financiamiento para los estudiantes pobres -idea que me vino por mis años universitarios después de la guerra en Canadá cuando el Estado, por primera vez pagaba la preparación de los muchachos que volvieron de la guerra, además de sus obligaciones familiares-. Me pareció que a base de un fondo acumulativo, que llamé FONAPE, y que se incrementaría paulatinamente mientras los graduados reembolsaron la deuda en forma escalonada de acuerdo con el incremento de sus ingresos, se podría preparar la juventud para integrarse y contribuir mejor a la economía general del país, además de vivir en forma más satisfactoria. Daniel mejoró el proyecto y en 1965 lo incorporó a un proyecto de reforma bancaria, el que no llegó a promulgarse. Más tarde yo lo presenté a la Juventud Liberacionista en su Congreso Ideológico del año 1968 y fue aceptado como tesis del Partido. Don Francisco Morales busco la financiación y lo presentó al Congreso en 1973, año en que se hizo Ley de la República. Este Fondo Nacional para la Educación o FONAPE, como se conoce, está arrancando en escala moderada como Departamento dentro del Banco Anglo. El deseo nuestro es que, con los años, el sistema de preparación con la beca-salario se vaya extendiendo a toda la juventud capaz y a edades siempre menores, al mismo tiempo que permitirá incorporar a la gente adulta a los nuevos sistemas nacionales.

Como siempre he trabajado en forma voluntaria y sin aspirar a ningún puesto, es talvez, en parte, como he podido ganar la confianza de los campesinos, así sean estos los chayoteros de Ujarráz, los carpinteros de Puntarenas, los productores de durazno de Zarcero o los pescadores de Limón, lugar donde queremos fomentar crías de tortuga y langosta durante todo el año para no depender únicamente ae la bonanza de la corriente marítima. Nunca he inmiscuido la política dentro de una cooperativa y nunca he experimentado ninguna dificultad en ese sentido. Dejarme desenvolver en tanto lugar, demuestra una gran confianza de Daniel en sí mismo. Es el hombre inseguro de sí el que limita las actividades de su esposa.

Yo creo que las mujeres quieren a Daniel porque ven en él un legítimo defensor. Tienen razón: es el hombre más justo y ético que yo he conocido. Es un hombre que le ayuda a uno en los problemas psicológicos más corrientes, así como también en los problemas intelectuales complicados. Es un hombre que respeta las formas de vida más distintas, mientras no medie la hipocresía.

Podría seguir enumerando dotes notables de Daniel pero sería el cuento de no acabar. Tiene coraje; no solo coraje físico, sino el coraje de enfrentar y superar las preocupaciones diarias con un optimismo siempre renovado. Tiene el coraje de conocerse a sí mismo.

Tiene disciplina; una disciplina que le permite posponer sus ambiciones personales. Sabe que un partido político, como cualquier estructura organizada: Iglesia, comunidad, escuela, sobrevive, entre otras cosas, a base de disciplina. Es por eso que el defendió la integridad del Partido en 1968, aceptando como fin primordial en esa situación la unidad y supervivencia de una estructura nacional que necesitó veinte años para consolidarse.

Podría decirse que yo me enteré de la política propiamente electoral durante las tres semanas posteriores a la derrota de 1966, cuando más de 500 mesas no «cerraron» y el fallo definitivo del Tribunal de Elecciones hasta se puso en duda durante veinte días. Debemos recordar esas elecciones, porque al igual que ahora, Daniel trabajó infatigablemente día y noche. Bien me acuerdo de la Asamblea del Partido cuando, con posterioridad a las elecciones, los aspirantes futuros le echaron la culpa por la derrota: El aceptó la responsabilidad entera reconociendo que la victoria tiene muchos padres pero la derrota solo uno. No se habló en esa Asamblea de ningún error de ningún dirigente ni mucho menos de la falta de responsabilidad de la masa liberacionista. Así es la política electoral y así lo aceptó Daniel.

Pero la verdad es que casi todos lo abandonamos en esa contienda. En vez de trabajar en serio, por poco que fuera, gozamos con la música de «Combate», entonamos con los chiquillos «Voy con él, con Daniel» y nos despreocupamos por lo demás. La Unificación le hizo la campaña más infame de la historia de Costa Rica.

El exceso de confianza fue la nota predominante en la campana. Se acompañaba de una despreocupación total por las realidades concretas. don José Figueres, ningún niño en el arte de la política, pronosticó en plaza pública un triunfo con un margen de 80.000 votos.

Entonces ¿qué pasó? Básicamente, como dije, lo dejamos solo. Pero también ocurrió una serie de errores apenas concebibles. Funcionarios del Partido estuvieron de acuerdo en reducir a una las urnas receptoras de votos, permitiendo así el juego de la doble papeleta. Después de la derrota yo visité gran parte del país, encontrando que el juego fue enseñado anteriormente al día de las elecciones en clubes, garajes, y casas, con la seguridad de un buen resultado por nuestro descuido, discordia y despreocupación en cuanto a elementales cosas electorales. Calcularon bien. Mucho liberacionista no se molestó en votar por el exceso de confianza; perdimos la presidencia de casi todas las mesas; abandonamos las demás; hubo escuelas con más de catorce mesas sin un solo liberacionista presente. Hubo miembros de mesa fuera del país, durmiendo, paseando o, sencillamente, muertos. Altos funcionarios del Partido salieron a la televisión una semana antes de las elecciones para anunciar que todo estaba bien, perfecto; que; un fraude era imposible. Nos confiamos más aún y perdimos por algo más de 4.000 votos.

Después Daniel acusó a los que propagaron las calumnias y ganó el juicio con una decisión unánime, y cuándo se reunió con sus partidarios en el Parque Morazán para celebrarlo, desconocidos lanzaron bombas hiriendo a varios inocentes. Posiblemente reconociendo la fuerza política de Daniel, el nuevo gobierno -el de manos limpias- cambió la Directiva entera del Banco de Costa Rica para tratar de arruinarle económicamente, cortándole los créditos para la finca. En el Banco Nacional de Costa Rica rehusaron girarle el capital de trabajo.

Unos años después, un alto dirigente de un partido minoritario me contó como su grupo participó en el juego de la doble papeleta. Se admiró de que ningún liberacionista se diera cuenta y de que no fue sino hasta las 9:00 de la mañana que Liberación logró alertar a los miembros nuestros en las mesas electorales de todo el país, cuando ya era tarde.

Esta vez tendremos en cada mesa siete miembros en contra del nuestro, si es que logramos nombrarlos. Porque otra vez hay un exceso de confianza y son pocos los dirigentes con una actitud seria y responsable. He estado, en reuniones donde el dirigente local insiste en que no es necesario inscribir candidatos para miembros de mesa y fiscales, diciéndonos que ya todo está hecho. A éstos los llamo «dirigentes del 66».

Es por eso que esta tarde les voy a pedir un favor y, aunque parezca exagerada; les aseguro que habrán contribuido -más que mucho dirigente- al éxito de la campaña El trabajo consiste en llenar dos tarjetas de miembros de mesa y fiscales, buscando gente responsable y capaz de cualquier lugar porque se necesita en todo el país. Fungirán en el lugar donde votan. Recibirán un telegrama del Partido para darles instrucción previa, avisándoles días, hora y lugar. A cada una de ustedes le vamos a entregar dos sobres que llevarán a sus casas para llenar, y que después entregarán a la oficina del Partido cuya dirección está incluida en el sobre.

Esta es una manera real de defender a Daniel, quien no puede ganar, por más que trabaje, si ustedes no le apoyan y le cuidan los votos el día de las elecciones. Si quieren tener el mejor Presidente posible, uno a la altura de cualquiera del mundo, dediquen estos minutos a llevarle a la victoria el tres de febrero de 1974.

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