Para la juventud de los setentas

Roberto Castro Ch.

Roberto Castro Ch.

Ciertamente estimados compañeros y amigos, aunque soy de cuna verde, mi presencia en el PLN no contó con una etapa importantísima para el desarrollo liberacionista, la pertenencia a algún grupo de juventud, sin embargo en 1967 ingresé a trabajar con Juan Carlos Fernández (Johnny), en el Departamento Nacional de Organización, lo que nos permitió realizar las Asambleas Distritales, Cantonales y Provinciales, organizando territorialmente todo el país, lo que en modo alguno representó un retraso para mi desarrollo ideológico, político y funcional dentro del Partido, de tal manera que hoy quiero presentarles una inquietud que ya hace muchos años se mantiene en espera y maduración. Pero creemos que ya no es de más tardanza.

Nuestra Carta Ideológica como todos ustedes saben, establece que el Partido es democrático y de igual manera el Estatuto en la primera parte del artículo primero, claramente lo establece y entonces porqué permitimos que las oligarquías del Partido destrocen la democracia interna y nosotros nos conformamos con las migas que quieran darnos. Si el Partido es democrático hay que cumplir con los preceptos básicos de la democracia: Tenemos derecho a ELEGIR Y SER ELECTOS, EXISTE EL DERECHO DE PARTICIPACIÓN DE LAS MINORÍAS, Y DEBEN RESPETARSE LOS DERECHOS INDIVIDUALES DE LOS LIBERACIONISTAS.

Esos derechos no son privilegios, no se deben pedir se deben exigir pues nuestra Constitución Política y la Ley establece que los partidos políticos tienen como obligación de que, “Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”. Hace mucho tiempo venimos trabajando en el articulado de un Estatuto que refleje la voluntad y el sentir liberacionista, y siempre han prevalecido los intereses de los grupos interesados en la elección de un candidato u otro y siempre privilegiando el favor y beneficio de estos señores, pero nunca el liberacionismo ha logrado disfrutar de sus derechos electorales, a sabiendas de que los electores son los soberanos en el modelo democrático. Esa es la razón por la cual tantos compañeros valiosos después de cada proceso electoral abandonan nuestras tiendas. Sólo pueden ser candidatos los que tienen capacidad para pagar cuotas antojadizas, por tanto el derecho a ser electos está limitado. Las minorías no pueden participar por cuanto la votación nominal propicia la mesa gallega y se eliminan las minorías, de tal manera que los liberacionistas sólo observamos este circo romano, mientras nuestros derechos son dilapidados y el Partido se debilita.

Sólo debemos preguntar a la dirigencia que está comandando el Partido si desean un estatuto a la medida de los intereses de un candidato o si desean que se elabore un estatuto que retorne los derechos al electorado liberacionista, si es que queremos conservar el poco “partido” que aún nos queda y podamos recuperar lo perdido.

Esas dualidades expresadas y opuestas, ameritan replantear nuestro Estatuto y olvidar las prácticas indebidas utilizadas dentro el Partido y desechar cualquier propuesta contraria a la Constitución, la ley y nuestra Carta Fundamental.

El asunto no es postergar las decisiones una vez y otras más, para mantener en vigencia los vicios y malformidades internas, se trata de corregir acciones que están destrozando al Partido y a nuestra democracia.

La democracia no es perfecta, pero es el sistema político que más se aproxima al hombre y sus necesidades, que valora al individuo como ser individual y social, pero lo más importante es que le brinda la opción de participar en política no sólo como elector sino como candidato. Si no respetamos los valores partidarios y los hacemos valer, en que estamos convirtiendo al Partido, en un mal instrumento electoral o en un andamio malformado y debilitado expuesto al peor accidente político que hayamos sufrido.
Nosotros tenemos los recursos humanos para implementar los mecanismos que dictó el Congreso Daniel Oduber, sólo necesitamos la decisión política si es que deseamos iniciar la implementación de un verdadero partido político y volver a ser protagonistas políticos e históricos de nuestro querido terruño. El Partido Liberación Nacional es uno y los liberacionistas somos todos, los Estatutos deben considerarnos como un todo sin privilegiar a determinados grupos.

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