Roberto Castro Chaves
Hace más de diez años que él nos dijo: “El Partido está secuestrado” y la situación permaneció tal y como nos lo dijo, algunos hicimos algún mínimo esfuerzo por superar el escoyo, pero el asunto no pasó de allí.El Partido sigue secuestrado por cuanto aún siendo nuestro querido Partido, lo conducen sin ninguna limitación o condicionamiento democrático, organizativo o funcional, por ciertos grupos de interés y poder, que no tienen como objetivo la permanencia del Partido, la prioridad es mantener primero el poder dentro del Partido, para luego lograr acceder al poder público en un eventual triunfo electoral del mismo.
Los liberacionistas de pelo en pecho y de pié en tierra, observamos cómo se destruyen las bases sólidas del Partido a nivel cantonal, provincial y nacional; con medidas como el uso en las asambleas de la famosa votación nominal, que es ni más ni menos, un mecanismo selectivo y antidemocrático que elimina los grupos minoritarios en un proceso sí y en el siguiente también, en los cantones, provincias y del país; con un demoledor mecanismo que nos tiene como partido en una condición crítica con rasgos de calamitosa, para el proceso que se nos avecina. Además y como complemento negativo se siguen usando el mecanismos de financiamiento, que pisotea el sagrado derecho de elegir y ser elegido, sustituyéndolo por la que sólo pueden postularse como candidatos, los que tienen recursos económicos propios, o recurren a financiamientos indecorosos o condicionados.
No es posible que los liberacionistas no podamos acudir y ser oídos en los estratos directores para manifestar nuestra disconformidad o señalar la improcedencia de determinadas decisiones que se estén tomando y que es necesario acudir a medidas correctivas; pues no tenemos el acceso vía estatutos, aunque así lo ordena el Código Electoral, de tal manera que lo único que nos queda es el “derecho al berreo”, mientras se mantenga la situación tal y como está; con un estatuto lleno de errores técnicos, legales y pletórico de inconstitucionalidades, pero lo más serio violando disposiciones de nuestra propia Carta Ideológica, parcialmente redactada por DON LUIS ALBERTO. Aquí cabe una pregunta: ¿vamos a reaccionar en tiempo o esperamos a que el Partido sea destruido para luego lamentarnos o enfrentar tipos de gobierno indeseados?
Entre los últimos deseos de Luis Alberto estuvo que sus restos no fueran llevados a su casa política, el Balcón Verde, el que con tanto esfuerzo logró convertirlo en la Casa Liberacionista José Figueres, pero en sus últimos momentos de lucidez como en toda su vida demostró, consecuencia, dignidad, valentía y aplomo, y como siempre predicó, lo hizo de la manera más franca y directa, sin ofender a nadie demostrando su aplomo ante las situaciones adversas. Nosotros sí lo sentimos profundamente pero respetamos su manera de ser, pensar y sentir, así como sus últimas decisiones.
Abrazo cordial, como nos enseñó don Luis Alberto, aunque nos sintamos dolidos.
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