Daniel Oduber: Conversación con el Dr. Luis Burstin

Daniel Oduber

Durante gran parte de los años años setentas del siglo pasado, el «Programa del Dr. Burstin» en la televición nacional, fue el mejor programa de entrevistas. El Dr. Burstin fue un destacado médico cardiólogo y un intelectual de fuste. Por su programa desfilaron la mayoria de las personalidaes políticas e intelectuales del país y de otras latitudes.

DR. BURSTIN: Don Daniel en uno de los programas con don Rodrigo Carazo, don Rodrigo mencionó una tesis muy importante. El dice ser demócrata cristiano y considera que la democracia cristiana es un sistema ideológico, político, filosófico, teórico, económico, etc. y que es mejor para un país como Costa Rica, que la social democracia; aunque me aceptó que lo ideal en este país, sería dos partidos fuertes: uno social demócrata y otro, demócrata cristiano.

Quisiera comenzar entonces la conversación por ahí: como don Rodrigo fue miembro del Partido Liberación Nacional durante muchos años, quiero preguntarle en primer lugar, qué piensa usted de eso que dijo don Rodrigo? y después qué le parece si dejamos en paz a don Rodrigo y conversamos, usted y yo, de temas políticos: de usted mismo y del futuro, de Liberación, del país etc.?

LIC. ODUBER: Luis, veremos si hay tiempo para todo, lo cierto es que los temas son apasionantes y es necesario hablar un poco de los problemas ideológicos. Cada vez me inclino más a estudiar estos temas y dejar más de lado los temas cotidianos, los que, a veces, resultan de poca importancia nacional.

La democracia cristiana es una estructura política que surgió en varios países europeos después de la Segunda Guerra Mundial para llevar y mantener en el poder a grupos muy importantes de políticos valiosísimos, principalmente de tres países grandes: Francia con Schuman, Alemania con Adenauer e Italia con De Gasperi. Este último era tal vez el que mejor ostentaba la influencia del social cristianismo, o cristianismo; social que, como pensamiento social, es tan antiguo como la Iglesia misma o el Evangelio, rico en soluciones a los problemas sociales y humanos.

Como conjunto de normas éticas para resolver los problemas sociales ha tratado de influir en instituciones sociales y políticas de las naciones que fueron adoptando el cristianismo después de la caída del Imperio Romano, a través de la Edad Media y hasta la formación de las naciones de la Edad Moderna. Grandes pensadores como San Agustín y Santo Tomás de Aquí no, fueron configurando ese conjunto de normas éticas para la vida social que hoy conocemos con el nombre de social— cristianismo. Ese fue el cristianismo social que vino a América con misioneros que trajeron un sentido de justicia social increíble para la época. Es el cristianismo social que nos vino con la misma religión católica que heredamos. De manera que, cuando se habla de social—cristianismo, no se debe restringir el concepto específicamente a un partido que se llama «democracia cristiana», porque se está hablando de casi todas la ideas sociales que han alimentado, con pocas excepciones, nuestras ideas políticas y sociales. Una excepción es el marxismo—leninismo que tiene un planteamiento totalmente diferente y que, en mi opinión —que expreso con todo respeto—está ampliamente superado en Costa Rica aunque no, desgraciadamente, en otros países vecinos. El social cristianismo nuestro, y cuando digo nuestra quiero decir costarricense, se encuentra en los grandes pen¬sadores sociales de Costa Rica del siglo pasado, y muy explícito en los de este siglo. Puedo citarle a Jorge Volio por ejemplo, o a Ricardo Moreno Cañas, o al doctor Calderón Guardia, o citarle al Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, al grupo Acción Demócrata dentro de cortesismo, o al grupo que preparó e hizo la «Encuesta Costarricense», que se llama históricamente el Grupo Coronas, o al Partido Social Demócrata fundado en el 45, o al Partido Liberación Nacional, fundado en el 51. En todos está subyacente el social cristianismo. En el Partido Liberación Nacional el social—cristianismo está más vigente que en cualquier otro partido porque la Carta Fundamental del Partido, que fue escrita en el 50 y aprobada en el 51, está llena de conceptos social cristianos en todo su texto. Oiga esto, que es casi copia de una Encíclica, y que define el concepto de «bien común»: «Por el bien común entendemos condiciones de vida que garanticen el desarrollo pleno de la personalidad del hombre en el ejercicio de sus derechos y en el cumplimiento de sus deberes, y una distribución del producto de la actividad económica que proporcione a todos y cada uno las normas de vida más elevadas que permita la productividad del grupo social». Otro ejemplo tomado de la definición que damos al concepto de propiedad: «Reconocemos la propiedad privada y proclamamos su función social, cuyo ejercicio debe inspirarse en el bienestar de todos. Conviene hacer de la propiedad un hecho social generalizado y evitar su creciente concentración. Deben reservarse al Estado aquellas formas de propiedad que entrañen un poder de dominio tan grande que no pueden dejarse, sin perjuicio, en manos de particulares. No deben existir medios de producción inactivos«.

Estos conceptos, para no citarle todo el texto de la Carta en que se fundamenta el Partido Liberación Nacional, son conceptos socialcristianos profundamente arraigados dentro del grupo que formó aquella agrupación política.

Como verdad histórica puedo decir que Monseñor Sanabria iba siendo informado del texto escrito de la Carta del Partido Liberación Nacional e, inclusive, hasta trasmitía sugerencias en cuanto a algunos conceptos, inspirados en las Encíclicas Pontificias. Llegamos a veces, hasta incluir, literalmente, conceptos de dichas Encíclicas o de exponentes autorizados de su doctrina. Para prueba, veamos un texto de la Encíclica «Madre y Maestra», de Juan XXIII, y descubriremos la coincidencia de conceptos y hasta de lenguaje. Acabo de leer algunos puntos de la Carta Fundamental del Partido Liberación Nacional y a continuación voy a citar un texto de la Encíclica de Juan XXIII sobre el concepto de propiedad:

«Cuanto se ha venido exponiendo —dice Juan XXIII, y no Liberación Nacional—, no excluye, como es obvio, que también el Estado y las otras entidades públicas puedan legítimamente, poseer en propiedad bienes instrumentales, especialmente cuando llevan consigo un poder económico que no es posible dejar en manos de personas privadas sin peligro del bien común«.
(MATER ET MAGISTRA 114)

Aquí Juan XXIII está repitiendo conceptos expuestos por Pío XI en su Encíclica «Quadragessimo Anno» del año 1931. En 1891, cuando León XXII proclanó la posición de la Iglesia sobre materias sociales en su Encíclica «Rerum Novarum», Europa se encontraba en una etapa de desarrollo industrial, dominada por ese mismo liberalismo económico que algunos grupos del señor Carazo quieren volver a traer a Costa Rica. La Encíclica ataca violentamente ese liberalismo económico, y afirma que los males de la industrialización no se combaten ni con el comunismo marxista, ni con el liberalismo económico, sino con las ideas de avanzada social de la Iglesia, las que llamamos cristianismo social. Tengo a mano textos de pensadores socialcristianos que hablan de la social democracia como planteamiento general ya implícito en las Encíclicas Papales. Pensadores de esta misma tendencia, como ya dije, decidieron organizar, principalmente en Alemania, Italia y Francia, agrupaciones políticas bajo el nombre específico de «Democracia Cristiana». Estos partidos tomaron la iniciativa de auspiciar el desarrollo de movimientos semejantes en algunos países de América Latina: en Chile, bajo el liderato de Frei, y en Venezuela, bajo la conducción de Caldera. En ambos países esos movimientos ejercieron el poder y en Venezuela lo van a ejercer de nuevo con Herrera Campins. Bajo los auspicios de los grupos europeos, se han estado promoviendo en Centro América algunos movimientos políticos bajo el nombre de Democracia Cristiana. En Costa Rica ha existido uno de estos grupos, el que ahora entró en coalición con los cinco grupos del señor Carazo, a pesar de que algunos de ellos son de orientación ideológica muy contraria al cristianismo social, pero así llegó a participar en el ejercicio del poder. La inclusión del grupo Democracia Cristiana permitió darle un carácter internacional, dentro de la familia política Demócrata Cristiana, a la coalición del señor Carazo, o sea al Partido Renovación Democrática, que sólo tiene del Socialcristianismo lo que aún retiene de Liberación Nacional, ya que buena parte de su pensamiento es de extracción liberacionista: sus líderes fueron liberacionistas hasta 1968, fecha en que perdieron una «Convención dentro de Liberación Nacional».

DR BURSTIN: Don Rodrigo declaró en este mismo programa que él era Demócrata cristiano, y que era el mejor sistema. ¿Cuándo se convirtió don Rodrigo en Demócrata cristiano?

LIC. ODUBER: Yo diría que, sí se ha convertido, sería recientemente, porque todavía él participó en la campaña del 74, como candidato presidencial del Partido Renovación Democrática. En la misma campaña la Democracia Cristiana, como partido político costarricense, compitió con Carazo como alternativa ideológica opuesta.

DR BURSTIN: Usted está tratando de decir que don Rodrigo Carazo ha sido liberacionista y sigue siendo liberacionista?

LIC. ODUBER: Fue liberacionista, pero de ninguna manera lo sigue siendo.

Liberación Nacional es un partido. Don Rodrigo Carazo militó en él como socialdemócrata y todos los liberacionistas sabemos que fuimos profunda y positivamente influidos por el pensamiento socialcristiano que, a fin de cuentas, constituye la fuente común más robusta de la democracia costarricense. Otra cosa es saber si su gobierno responde al pensamien socialdemócrata o al pensamiento socialcristiano o si está traicionando a ambos.

DR BURSTIN: ¿Por qué se fue don Rodrigo del partido?

LIC. ODUBER: Perdió una convención, se peleó con don Pepe y se fue a hacer su partido.

DR BURSTIN:¿No fue por discrepancia ideológica?

LIC. ODUBER: De ninguna manera.

DR BURSTIN: ¿No fue por razones morales o éticas?

LIC. ODUBER: Tampoco. Definitivamente el grupo de Renovación Democrática que se fundó para la campaña del 74, era el grupo que se había ido de Liberación Nacional en el año 68, cuando don José Figueres ganó la convención y según entiendo —yo no estaba presente— no quiso darle al señor Carazo su cuota de poder en posiciones públicas, en diputados y, eventualmente, dentro del Poder Ejecutivo.

DR BURSTIN: Usted me está diciendo que si don Rodrigo hubiera ganado la convención de Liberación Nacional en 1968, estaría todavía en Liberación Nacional, que no se habría salido de Liberación Nacional?

LIC. ODUBER: Sería uno de los principales líderes del Partido Liberación.

DR BURSTIN: ¿Será por eso que los grupos más conservadores y más respetables de Costa Rica siempre le han tenido y le siguen teniendo, una gran desconfianza?

LIC. ODUBER: No creo que ahora se la tengan porque está gobernando, en mucho, para ellos. Pero examinemos el fenómeno de don Rodrigo: la gran habilidad de don Rodrigo como político ha sido juntar cinco grupos para ganar una elección.

DR BURSTIN: Eso denota una capacidad política tremenda. ¿No le parece?

LIC. ODUBER: Capacidad de trabajo y capacidad política. Además yo creo que, estando todos nosotros inspirados básicamente en lo que puede considerarse el socialcristianismo o lo que pudiéramos llamar ideas sociales costarricenses, la separación en partidos políticos es meramente ocasional y accidental. Nosotros teníamos con la Democracia Cristiana, cuando ésta se fundó, lo que ahora no tenemos, una notoria coincidencia en materia de programación, porque ellos leían la doctrina social de la Iglesia y nosotros también leíamos la doctrina social de la Iglesia; porque ellos estaban influidos por el pensamiento socialcristiano y nosotros también estábamos influidos por el pensamiento socialcristiano. Jorge Volio, ¿qué era? Socialcristiano. Y Rafael Angel Calderón Guardia ¿qué era? Socialcristiano. Ahora bien, el Presidente Carazo es el producto de una coalición de cinco grupos: esto no lo deben olvidar los costarricenses. Esos grupos eran: el complejo conocido como La Nación, que representa en Costa Rica el capitalismo (yo no sé a ciencia cierta qué se quiere decir con eso de «capitalismo» o «capital»; sólo recuerdo que, desde tiempos de don León Cortés, oí hablar del «capital» como factor político decisivo); el partido de don José Joaquín Trejos que se llamaba Unión Popular; el Partido Republicano Calderonista; el Partido Renovación Democrática y el Partido Democracia Cristiana. La Democracia Cristiana eligió un diputado en 1970, el señor Jesús Fernández; el doctor Monge participó en las elecciones de 1974 como candidato presidencial en contienda con el grupo caracista, que era Renovación Democrática, pero en esa ocasión la Democracia Cristiana no logró elegir ni un diputado, ni siquiera un diputado por subcociente.

La habilidad del señor Carazo como candidato es haber incorporado a la coalición la agrupación política llamada Democracia Cristiana, un partido insignificante, aunque contando con intelectuales de mucha valía y gente imbuida del pensamiento socialcristiano. ¿Para qué? para lograr que cinco grupos, de orientaciones ideológicas diversas, le dieran la mayoría de más del 50% en los votos. Pero con ese procedimiento de formación de un partido no se obtiene el monopolio de la idea socialcristiana, sino apenas la constitución de un partido, únicamente para ganar elecciones y obtener el poder.

La Democracia Cristiana no prosperó aquí frente a Liberación Nacional, porque Liberación Nacional había incorporado las ideas del socialcristianismo, muchas de las cuales había puesto en práctica durante los últimos treinta años. De ahí la insignificancia de la Democracia Cristiana como fuerza política. En otros países como Chile y Venezuela adquirió gran fuerza porque los políticos y los grupos políticos que se agruparon para formar la «Democracia Cristiana», eran ya fuerzas políticas considerables en cada uno de esos países. Lo mismo pasó en Francia, en Italia y en Alemania. ¿Qué hubiera sido la Democracia Cristiana en Francia sin Schuman? ¿Por qué, después de ser el partido más grande durante la era De Gaullista en Francia, ha desaparecido del escenario? ¿Qué hubiera pasado con la Democracia Cristiana alemana sin la gran figura de Adenauer? ¿Qué hubiera pasado en Italia sin la gran figura de De Gasperi?

DR. BURSTIN: Ahora vamos a hablar de eso.

LIC. ODUBER: Lo que quiero dejar claro es que las ideas sociales costarricenses no pueden desligarse del socialcristianismo; son socialcristianas, y el Partido Liberación Nacional, mejor que ningún otro partido, en treinta años- de historia, es el partido que ha logrado llevar a la realidad ideas y programas socialcristianos. No es de extrañar que cuando- un sacerdote u obispo costarricense emite un documento o pronuncia un discurso sobre la posición de la Iglesia en materias sociales, se encuentra una notoria coincidencia en pensarniento, y hasta en palabras, con un documento o discurso que produzca don José Figueres o cualquier otro pensador liberacionista.

DR. BURSTIN: En el programa con don Rodrigo, cuando me manifestó que él era demócratacristiano yo me permití hacerle una observación que a él le causó un poco de risa: «y es que, bueno, usted será demócratacristiano, pero alrededor suyo hay algunos demócratacristianos que se transformaron en demócratacristianos como algunos cafés o sea, demócratacristianos instantáneos, y que hay otros que dan miedo…». Don Rodrigo sabía a quiénes me refería yo, porque son tan demócratacristianos como yo soy cardenal de Costa Rica. Ahora, yo no estoy de acuerdo con usted en que don Rodrigo Carazo se fue del Partido Liberación Nacional por la pelea con Figueres. No fue por don Pepe. Don Rodrigo Carazo se fue del Partido Liberación Nacional, en opinión mía, en ese momento, por usted, porque era cuestión de que si usted era el líder del Partido Liberación Nacional en ese momento, entonces después de que don Pepe subiera a la Presidencia, usted iba a controlar y a manejar el Partido Liberación Nacional como, efectivamente, lo hizo. Si era usted, no era él, y quería ser él, y por eso se fue a formar su propio partido.

LIC. ODUBER: Puede ser, pero, de todas maneras, él hubiera sido Presidente de la República porque a él le tocaba, dentro de Liberación Nacional, ser candidato después de mí.

DR BURSTIN: Bueno, pero ahora dígame lo siguiente: de toda la gente que rodea a don Rodrigo Carazo y que está tratando de constituir un partido demócratacristiano y ojalá se lograra porque realmente yo creo que sería de gran beneficio para el país. ¿Cuántos demócratacristianos hay?

LIC. ODUBER: De los cinco grupos que formaron la coalición hay uno pequeño que es el Partido Demócrata Cristiano.

DR BURSTIN: ¿Y los otros se hicieron demócratacristianos?

LIC. ODUBER: De los otros cuatro grupos, algunos, por tradición, tienen, pensamiento socialcristiano. ¿Quién les puede negar a los del Republicano Calderonista, por ejemplo, que tengan veneración hacia el pensamiento de Rafael Angel Calderón Guardia, empezando por su hijo. ¿Quién les puede negar a los líderes y a los cuadros principales de Renovación Democrática que tengan veneración y tradición social cristiana, si gran parte son de extracción liberacionista? ¿Quién le puede negar al profesor Trejos que, por lo menos en algunos pensamientos, tiene inspiración socialcristiana, aunque no la tiene en otros? Pero cuando empezamos a examinar, ya no las personas, sino los actos de gobierno, de este gobierno de Carazo, encontramos tendencias totalmente contrarias a las Encíclicas Sociales. Quieren dar el poder a minorías privilegiadas a expensas de las grandes mayorías necesitadas. Eso no puede ser socialcristianismo sino anti—socialcristianismo.

DR BURSTIN: A usted no le llama la atención el curioso fenómeno de gente que fueron socialdemócratas mientras Figueres era Presidente, o Daniel Oduber era Presidente, o mientras usted les sonreía o les daba una palmadita en la espalda? No ve que hubo como una especie de transfiguración ideológica; y es que apenas don Pepe salió de la Presidencia y ya no había oportunidad de hacer negocios al amparo del gobierno, o usted ya no daba palmaditas o nombramientos, hubo una transfiguración y del cielo les cayó de repente, la democracia cristiana; se acostaron socialdemócratas y se despertaron demócratas cristianos.

LIC. ODUBER No fue del cielo; es que el partidito estaba ahí para usarlo.

DR BURSTIN: Bueno, no quise decir del cielo, es que me estaba refiriendo a uno de los últimos números de The Economist… Aqui hay un escrito que se llama «Lecciones para escolares», y el título en que se refiere a los demócratas cristianos —en un análisis muy serio—, dice «Los no tan cristianos demócratas de Europa».

Don Daniel ¿qué futuro le ve usted al Calderonismo, muy bien dirigido por el Lic. Rafael Angel Calderón Fournier, que es líder del Calderonismo por mérito propio? ¿Qué le parece a usted el Calderonismo en manos de sus verdugos ideológicos? Porque se puede acusar al liberacionismo, en el 48, de ser el verdugo militar del Calderonismo, pero es un suceso que ahora se puede llamar muy circunstancial ¿Qué le parece, actualmente, el Calderonismo en manos de sus verdugos ideológicos?

LIC. ODUBER: Hay dos grupos políticos que están corriendo el mismo riesgo: la Democracia Cristiana costarricense original, que tenía ideas de socialismo cristiano, y el Republicano Calderonista, que tenía ideas de socialcristianismo. Si ellos no le explican rápidamente al país por qué están en una coalición y si ellos permiten que las tesis de sus verdugos ideológicos, como los llama usted, sean las tesis de este gobierno, van a quedar como grupos y como dirigentes que prefirieron disfrutar del poder que luchar por sus ideas.

DR BURSTIN: ¿Por qué dice usted eso? ¿Por qué dice usted que este gobierno no es socialcristíano?

LIC. ODUBER: Le voy a leer algo de la Encíclica «Madre y Maestra» de Juan XXIII de 1961, basada en la modernización de los textos de la Rerum Novarum de 1891. Oiga lo que dice, pero recuerde que León XIII hablaba entonces en un mundo del siglo XIX europeo, que corresponde, por sus etapas de desarrollo y de formación del capitalismo, a la Costa Rica de hoy. Dice Juan XXIII, entonces, refiriéndose a la misma concepción y a la misma época del siglo XIX:

«En aquel tiempo la concepción del mundo económico más di fundida y puesta por obra en mayor escala, era una concepción naturalística que niega toda relación entre lo moraly la economía. Motivo único de la acción económica, se afirmaba, es el provecho individual —(usted habló de ánimo de lucro)—. Ley suprema reguladora de las relaciones entre los empresarios en una Ubre concurrencia, sin límite alguno«.
(MATER ET MAGISTRA 11.)

Esa es la doctrina de este gobierno: dejar que las cosas busquen su propio precio, sean los huevos, sea el pan, con el bollito de ¢0.15 etc. Oiga ahora lo que a continuación dice Juan XXIII, refiriéndose siempre al siglo XIX:

«Intereses de los capitales, precios de las mercaderías y de los seriicios, ganancias y salarios, se determinan pura y mecánicamente por virtud de las leyes del mercado. El Estado debe abstenerse de cualquier intervención en el campo económico. Las asociaciones sindicales, según las naciones, se prohiben o se consideran como personas jurídicas de derecho privado«.
(MATER ET MAGISTRA 11.)

¿No ve usted la típica política de la Administración Carazo, de su Ministerio de Economía y del Banco Central bajo la presión del poder central de Carazo?

Juan XXIII está analizando una sociedad de la Europa de fines de siglo XIX y principios del XX y hace la siguiente advertencia sombría:

«En un mundo económico concebido en esta forma, la ley del más fuerte encontraba plena justificación en el plano teórico, y dominaba el terreno de las relaciones concretas entre los hombres. De ahí surgía un orden económico turbado radicalmente«.
(MATER ET MAGISTRA 12)

De donde se ve que la doctrina social de la Iglesia condena esas leyes del liberalismo económico, esa fijación automática de precios, según un mercado libre y ese acrecentamiento de la riqueza de unos a cambio de la miseria de otros. Pablo VI en su Encíclica «Desarrollo de los pueblos» cita a Juan XXIII, para analizar el mismo fenómeno.

DR BURSTIN: ¿Ha estado leyendo usted, desde que salió de la Presidencia?

LIC. ODUBER: Bastante. Cuando me informaron acerca del socialcrististianismo de que había hablado el señor Carazo en la entrevista con usted, me puse a reflexionar sobre lo que yo había leído, en 30 años de vida política, sobre la doctrina social de la Iglesia, para encontrar que ese capitamo liberal que defiende la administración Carazo, ese capitalismo cuyos principios avala y lleva a la realidad esta administración y que podría entenderse como una etapa del fenómeno de industrialización de Costa Rica, como lo fue en otros países en el siglo XIX, es condenado por los Sumos Pontífices con tanta fuerza y violencia como se condena el comunismo marxista. Oigamos lo que dice Pablo VI en su Encíclica «Progreso de los Pueblos»:

«Por desgracia, sobre esas nuevas condiciones de la industrialización ha sido construido un sistema que considera el provecho como motor esencial del progreso económica ta concurrencia como ley suprema de la economía, la propiedad privada de los medios de producción como derecho absoluto, sin limites ni obligaciones sociales correspondientes. Este liberalismo sin freno, que conduce a la dictadura, justamente fue denunciado por Pío XI como generador del imperialismo internacional del dinero. No hay mejor manera de reprobar un tal abuso que recordando solemnemente, una vez más, que la economía está al servicio del hombre. Pero si es verdadero que un cierto capitalismo ha sido la causa de muchos sufrimientos, de injusticias y luchas fraticidas cuyos efectos duran todavía, también es injusto atribuirle a la industrialización misma todos los males que son debidos al nefasto sistema que le acompaña«.
(POPULORUM PROGRESSIO).

El Estado, concebido según las Encíclicas, debe evitar que ese tipo de pensamiento económico, ese liberalismo que deja a la libre competencia y a las leyes naturales o del mercado la fijación de precios, vaya a ser utilizado en perjuicio de las grandes mayorías, para beneficio de unos pocos.

Hay otro ejemplo de pensamiento pontificio que parece especialmente formulado para Costa Rica. No lo voy a citar en toda su extensión pero es gravísimo. Dice Juan XXIII en «Madre y Maestra» que en un país de economía agropecuaria como el nuestro, la actividad agrícola debe ser protegida por el Estado, a base de tributos más bajos etc. Dice también que los poseedores de capitales (el capitalismo costarricense) «son poco inclinados a invertirlos en el sector agropecuario; en cambio son propensos a invertirlos en los otros sectores«. (MaterEt Magistra. 133). Por ese motivo, —continúa Juan XXIII—, «la agricultura no puede pagar altos intereses y ni siquiera, por lo regular los intereses del mercado, para procurarse los capitales necesarios para su desarrollo y el normal ejercicio de sus empresas«. (Mater Et Magistra. 134). Dijo el Papa Juan XXIII:

«Es necesario, por razones de bien común, aplicar una particular política crediticia y dar vida a instituciones de crédito que aseguren a la agricultura esos capitales, a un tipo de interés y condiciones convenientes«.
(MATER ET MAGISTRA. 134).

¿Es socialcristianismo la nacionalización bancaria y la política del Sistema Bancario Nacional, como operaba hasta hace poco tiempo? ¿O es socialcristianismo dejar que los intereses se fijen por la ubre competencia y por la libertad de las leyes del mercado? Entonces ¿dónde está ese socialcristianismo? Tenemos el resultado de la llegada al poder de una coalición, dentro de la cual hay cinco pensamientos políticos contradictorios. La institución monetaria y crediticia de Costa Rica, el Banco Central, por ejemplo, se entrega a un solo grupo político, y los otros grupos tienen que renunciar a sus postulados y a sus programas y aceptar lo que ese grupo determine desde el Banco Central. ¿Qué es lo que está pasando ahora? ¿Cómo se le ocurre al grupo gobernante que se puede ensayar con la economía costarricense dejando libertad absoluta para que se fijen los precios del pan, de la carne, de los huevos, y para que se fije el precio de los intereses? ¿Cómo es posible? ¿Qué significa eso? Volver cien años atrás, a la etapa que describe, en 1891, la Encíclica Rerum Novarum y jugar aquí con un liberalismo económico que obedece a las leyes de mercado, a la libre competencia o la libre concurrencia, lo que condenan enfáticamente las Encíclicas. No, no puede ser. Hay angustia en el país porque se abandonó la política nuestra de intereses favorables al sector agropecuaria. Si el sector agropecuario fracasa en Costa Rica porque no puede pagar los intereses que les señala la política del liberalismo económico, de nuevo Costa Rica volverá a importar comida y de nuevo algunos agricultores (que no pueden de ninguna manera, —aún con los costos de intereses subsidiados— sacar adelante sus empresas y muchísimo menos con estos costos a que ahora estamos abocados por disposiciones del Banco Central, avaladas por el Gobierno) irán a la ruina.

Es importante recordar que, con un esfuerzo sobrehumano, impulsamos al sector agropecuario, al sector productivo de Costa Rica, y frenamos al sector importador, las ventas a plazos, etc. Salimos de la crisis del 73—74, de esa inflación de más del 30%, logrando bajarla a menos del 5% en el año 1977. Personeros del gobierno admiten que la inflación ya está llegando al 12%, y al paso que vamos, es previsible que lleguemos, en apenas un año más, al 25 y al 30%. ¿Porqué se le ha dado estímulo a los señores que quieren prestar su dinero libremente? ¿Para qué? Para importar más y más cosas. Y se está castigando, con todas esas medidas, al sector que defiende Juan XXIII, a saber, el sector agrícola de los países subdesarrollados o de menor desarrollo, que deben serprotegidos y subsidiados para que por lo menos la comida no falte en Costa Rica. Ahora ya están anunciando, para estos días, otra de esas pruebitas de libre mercado: subir exageradamente la gasolina, subir el diesel y subir todos los combustibles, todo dirigido a deprimir al sector agropecuaria ¿Qué le están cobrando al sector agropecuario, si es el que saca a los países de menor desarrollo de las crisis nacionales y de las crisis importadas del mundo industrial?

Por eso la preocupación mía de que el señor Carazo y su partido Renovación Democrática, a pesar de tener como nosotros una gran dosis de socialcristianismo en su pensamiento político, permitan a un grupo de su coalición dominar a los otros grupos y los obliguen a avalar una política francamente dirigida a deprimir la producción y a fomentar las importaciones.

El dólar, a como vamos, tiende a subir al 20 o al 25% si no se estimula al sector productivo agropecuario, al sector industrial de servicios etc, con todo el apoyo del Estado para enriquecer a Costa Rica. Enriquecer a Costa Rica no es importar más lavadoras, ni importar más radios a transistores: enriquecer a Costa Rica es producir más cada vez, para poder darle a mayor cantidad de costarricenses los privilegios de la civilización industrial.

DR BURSTIN: Don Daniel, ahora plantea usted una tesis de gran importancia que merece una discusión nacional profunda.

LIC. ODUBER: Yo espero que se lleve a cabo esa discusión nacional.

DR BURSTIN: Sobre eso de los dolaritos, no; marcos alemanes porque el dólar ha estado muy deprimida. Mire don Daniel, usted mencionó al profesor José Joaquín Trejos; yo soy amigo personal de él y me honro con su amistad. A mí me parece que don José Joaquín es un hombre completamente congruente, y la congruencia no es una virtud frecuente, y menos en un país como el nuestro; es un hombre lúcido y congruente Cuando yo hablo con don José Joaquín me da gusto oír a un hombre congruente y que cree en lo que dice. Y, al respecto, yo le voy a contar una anécdota: uno de los más grandes pensadores ingleses ateo, iba los domingos a oír al cura de su pueblo en el sermón. Entonces le preguntaron: «Oye David,—se llamaba David, y usted sabe quién era, era David Hume, uno de los grandes creadores de la filosofía racionalista— ¿cómo es que tú vas los domingos a oír a este sacerdote, si eres ateo?» Dice: «No, yo voy y lo oigo; no creo una palabra de lo que él dice, pero él si cree en todo lo que dice, y de vez en cuando, una vez por semana, es muy placentero oír a un hombre que cree en lo que dice». Usted se refirió a don José Joaquín Trejos y yo quiero decirle que es un hombre completamente congruente, y, además, me parece que ese capitalismo liberal al cual están atacando los Sumos Pontífices ya es trasnochado. Yo sí creo, pero no vamos a entrar en esa discusión, que hay un liberalismo más moderno.

LIC. ODUBER: Definitivamente que sí. Mire, Luis a mí me invita la Internacional Liberal, en la misma forma en que me invita a veces la Democracia Cristiana, y la Internacional Socialista. Coincido con usted plenamente en la apreciación sobre el ex —Presidente Trejos, uno de los hombres a quien más respeto yo en Costa Rica, por una razón muy simple que acaba de señalar usted: lo que usted llama congruencia, yo llamo honestidad intelectual, que es luchar por lo que uno cree. Admiro esa lucha dada por el liberalismo, en los últimos cien años. Aunque esos partidos liberales han llegado a ser minorías, con excepción, tal vez, de Canadá donde está en el poder, son profundamente respetables en su lucha por el sistema democrática por los derechos humanos y por la libertad que ofrecen a las ideas del contendor. De manera que a don José Joaquín, cuando expone una tesis liberal moderna, yo lo oigo con profundo respeto, aunque tenga otra posición. De la misma manera cuando un comunista como don Manuel Mora expone su tesis comunista —a pesar de que yo no tenga absolutamente nada que ver ni aprender ya de esas doctrinas— lo respeto, porque sé que la ha vivido y la piensa así; y cuando un demócrata cristiano como Rafael Caldera —para citarle un caso— o Eduardo Frei, con quien tengo amistad, expone una tesis de su pensamiento político, yo lo oigo y lo respeto profundamente. Lo que no veo válido para Costa Rica es este delantal de retazos, que es una coalición de cinco partidos con ideas antagónicas. El Presidente Carazo está a tiempo todavía, -porque está apenas empezando— de llamar a los otros cuatro grupos de su coalición para decirles: «mi pensamiento personal es éste». Si resulta que ese pensamiento de verdad es socialcristiano, como lo es el mío y como lo es el de casi todos los costarricenses, bien podríamos unificar pensamiento y programas. Creo que Costa Rica saldría adelante. Pero ¿por qué, de la noche a la mañana, (así como ahora el Presidente Carazo dice que es demócrata cristiano), de la noche a la mañana acepta como buenas las tesis de la ANFE, las tesis del liberalismo económica que él mismo combatió como liberacionista a la par nuestra durante veinte años?

DR BURSTIN: Mire, don Daniel, yo tengo varios amigos en la ANFE, por ejemplo don Alberto Di Mare, uno de los hombres más capaces e inteligentes de este país, y lo respeto profundamente, y cuando lo escucho, lo escucho con mucha atención porque yo creo que algunos de ellos, por lo menos don Alberto Di Mare o don José Joaquín Trejos, expresan algunas tesis del liberalismo moderno en las cuales yo creo. Explíqueme una cosa, don Daniel que me preocupa, me preocupa mucho, y es que la incongruencia política e ideológica puede realmente llevar a un país a una catástrofe. No quiero decir que don Rodrigo lo quiera hacer; yo creo que don Rodrigo es un hombre que quiere pasar a la historia como un gran Presidente.

LIC. ODUBER: Definitivo.

DR BURSTIN: Y él sabe cómo hacerlo y tiene la capacidad intelectual para hacerlo y la capacidad moral, desde luego. Pero eso no quiere decir que no se pueda hablar de la incongruencia que estamos viendo. Don Oscar Barahona, buen amigo mío, y con el que usted ha tenido dificultades personales o políticas que nunca he entendido, es uno de los hombres más valiosos del país: inteligente, honesto y serio, y con una posición clara que nunca ha variado en los postulados ideológicos. No entiendo cómo es que se puede montar un gobierno (y es una crítica a la actual situación del país y yo creo que de ahí derivan todos los problemas que encierra dentro de su seno) con gentes como el Lic. Calderón Fournier, don José Joaquín Trejos, don Oscar Barahona o personas como el Lic. Juan José Echeverría que tiene un típico pensamiento demócrata cristiano o socialdemócrata que en última instancia vamos a concluir en que es lo mismo. Esta mezcla de ideologías es donde yo veo el gran problema.

LIC. ODUBER: Sí, esas son las incongruencia como las llama usted. Vea esta situación: ¿quién hace el Presupuesto General de la República? El Poder Ejecutivo, que lo manda a la Asamblea Legislativa donde están todos los cinco grupos que forman la coalición que llaman Unidad, más el Frente Popular y la Unión Cartaginesa. Hacen un presupuesto en contra de todas las tesis que la Unidad expuso en campaña. No sólo cometen algunos de los errores que cometimos nosotros, sino que los multiplican por cien; crean nuevos puestos por todo lado, suben salarios a sus amigos en la nueva ad-ministración,*crean toda clase de partidas para que el Poder Ejecutivo haga política para lo que se llama Partido Unidad, y en esta forma, (con sus diputados en coalición dispuestos a aprobarlo automáticamente el último día de noviembre como exige el Reglamento de la Asamblea), le imponen a Costa Rica un déficit que está entre 2.000 y 3.500 millones de colones, según la última mesa redonda sobre el tema celebrada por economistas de todos los partidos, en el Instituto de Seguros. Esa política la ataca el señor Barahona, la ataca el señor ex—Presidente Trejos, la atacan en la ‘misma mesa redonda economistas represen¬tantes del propio gobierno; la ataca el periódico La Nación.

Entonces ¿cómo es la cosa? ¿Quién es el responsable? O sea, los siete partidos en la Asamblea aceptaron calladitos un déficit de 3.000 millones de colones, que va a ser otro de los grandes motores de la inflación que golpeará a las clases populares costarricenses.

DR BURSTIN: Bueno, ni tan calladitos.

LIC. ODUBER: Don José Joaquín Trejos lo enjuició con la seriedad que lo caracteriza y lo atacó; el señor Barahona también; pero lo que le digo es que los siete grupos están representados, no sólo en el Poder Ejecutivo, sino, lo que es más importante, en el Poder Legislativo. ¿Por qué ahí el diputado representante de don José Joaquín Trejos votó a favor? ¿Por qué los diputados de la Democracia Cristiana votaron a favor? ¿Por qué los representantes del pensamiento liberal o anfista, o el grupo de La Nación votaron a favor? ¿Por qué el representante marxista del Frente Popular lo hizo? Se hicieron cómplices de un presupuesto que si se ejecuta —y esa es la preocupación mía— va a tener sólo una fuente de financiacbn, que es el Sistema Bancario Nacional. ¿Dónde van a colocar los bonos del Gobierno? Ese es el horror que tengo yo, porque por un lado, se está castigando a la agricultura, a la industria, a los servicios, a la ganadería, al turismo, con altos tipos de interés, es decir al sector productivo, y, por otro lado, se apoyan y se fomentan las importaciones, y se buscan, como única fuente de financiación de este déficit de presupuesto, los recursos al Sistema Bancario, que deberían ir, más bien, al sector productivo, en vez de llenar de papeles al Gobierno en el próximo año, para poder gobernar. Estas incongruencias, don Luis no representan al socialcristianismo.

DR BURSTIN: Bueno, mire, don Daniel, para terminar con esto, yo quería señalarle que hay que ver el éxito tremendo de políticas como las aplicadas por el partido Demócrata Cristiano en Alemania, concretamente la política del Ministro de Economía de Adenauer, Erhard, pero con una gran dosis de política social, la que sacó a Alemania de su crisis y la convirtió en la potencia económica más importante de Europa. Lo que quiero decir es que el socialismo liberal, que es en lo que yo creo en la actualidad, es lo mismo que la socialdemocracia. Si Olaf Palme dice que no cree en la estatización ni en la colectivización de la producción, sino que cree en la socialización del subproducto y que el resto quede en manos privadas, eso es lo que yo creo. Eso se llama liberalismo avanzado, socialdemocracia moderna o democracia cristiana.

LIC. ODUBER: Pongámosle el nombre que queramos.

Acuérdese de que en un programa con usted, durante la campaña política de mi elección presidencial, yo insistí en un tema que desarrollé en un fascículo para un Congreso Ideológico de Liberación. Ya no se trata de socializar la empresa, se trata de socializar el producto, que es diferente. Lo que usted llama socialismo liberal es eso. El programa de Frankfurt del Partido Socialdemócrata alemán en el año 56, por ejemplo, acabó con el mito de que había que nacionalizar las empresas; en esa tesis siguen sólo los estatistas como el Partido Comunista, que creen únicamente en el Estado—Patrono, el Estado—Empresario. Nosotros creemos que las ideas sociales se deben concebir y realizar de acuerdo con la historia y las condiciones de cada país en un momento determinado. La medicina de Adenauer y Erhard para Alemania de la post—guerra, con gran dosis de inyecciones del Plan Marshall, no tiene nada que ver con la Costa Rica de 1979; las ideologías se modifican conforme avanza el manejo del poder; es así como se van haciendo las ideologías. ¿Qué tiene que ver el pensamiento que llaman hoy marxista—leninista con las concepciones de Engels y Marx del Siglo XIX? Nada; que no vengan a contarnos esas historias. Aquí hay socialismo que usted llama liberal y que yo llamo democrático, y que es la expresión y síntesis de las ideas sociales costarricenses desde la Independencia, las que traen una herencia profunda de socialcristianismo, tal como se lo he citado. Para cerrar este capítulo permítame que le lea un párrafo más de la Segunda Conferencia General del Episcopado Latino Americano, celebrada en Medellín, Colombia, que es la actualización para 1968 del pensamiento socialcristiano. Dice así el Documento Episcopal de Medellín;

«El Sistema liberal capitalista y la tentación del sistema marxista parecieran agotar en nuestro continente las posibilidades de transformar las estructuras econó¬micas. Ambos sistemas atentan contra la dignidad de la persona, pues uno tiene como presupuesto la primacía del capital, su poder y su discriminatoria utilizaciónen función del lucro; el otro, aunque ideológicamente sostenga un humanismo, mira más bien al hombre colectivo y en la práctica se traduce en una concentración totalitaria del poder del Estado Debemos denunciar que Latinoamérica se ve encerrada entre estas dos opciones y permanece dependiente de uno u otro de los centros de poder que canalizan su economía«.
(MEDELLIN, JUSTICIA, 10).

En mi opinión, sintetizando: primero, el gobierno del señor Carazo no es social—cristiano, ni puede serlo con este tipo de medidas; segundo, el social —cristianismo, como cristianismo, es consubstancial con el alma costarricense y, tercero, todas las ideas socialcristianas de la historia de Costa Rica, las supo sintetizar y poner en práctica en treinta años el Partido Liberación Nacional

DR BURSTIN: Mire, don Daniel, yo quiero señalarle una cosa que usted mencionó, importante tal vez para los jóvenes de nuestro país. Una ideología se puede leer en los libros y tratar de aplicarla a la realidad, aunque esta realidad no deje que se la apliquen; algo así como llevarla al lecho de Procustes, aquel famoso bandido griego. O, para aplicar aquella famosa frase inglesa, «yo tengo mis ideas hechas y usted viene y me confunde con sus hechos». Es muy fácil hacer un programa ideológico y político perfecto, mientras no haya obligación de aplicarlo a la realidad.

LIC. ODUBER: Yo sí creo que en la praxis, en la lucha diaria de gobernantes y de partidos donde se va forjando el pensamiento, y creo que la generación nuestra, a través del Partido Liberación Nacional, supo interpretar el alma costarricense y no hacerse dogmática en su ideología, como desgraciadamente ha pasado en grupos de extrema derecha y extrema izquierda en Costa Rica. Me parece que nosotros hemos formado pensamiento, haciéndolo realidad día tras día, forjando la realidad costarricense; y que la Costa Rica de hoy, con sus defectos y virtudes, es una Costa Rica básicamente formada en su pensamiento por Liberación Nacional.

DR BURSTIN: Vea, don Daniel, cambiando de tema, y perdone que sea abrupto: Usted quiere volver a ser Presidente de Costa Rica?

LIC. ODUBER: No es si quiero ser Presidente, es si quiero tener poder, que es diferente. Yo he sostenido la tesis, don Luis, pública y privadamente, de que mientras no se cambie el sistema presidencialista anticuado de la Constitución de Costa Rica, tesis que podemos discutir otra vez, a sistemas de gobierno más acordes con la realidad costarricense de hoy, creada en gran parte por Liberación Nacional; mientras no se cambie esa estructura jurídico—política de Costa Rica a través de una Asamblea Nacional Constituyente, aquí nadie tiene el poder. A mí me dicen que yo lo tuve en exceso y a Carazo lo acusan de tenerlo en exceso. No hay tal. Las estructuras jurídicas de 1871, año en que Costa Rica tenía, si acaso, 100.000 habitantes y venía reponiéndose de la guerra del 56, conforman la Constitución que nos rige. La realidad ha superado mucho esas estructuras. La sabiduría de las grandes constituciones del mundo democrático está en su flexibilidad. La fuerza de los sistemas políticos del mundo moderno, llámense democracia de participación, democracia parlamentaria, presidencialista, etc., está en la medida en que sus Constituciones puedan ser flexibles. En Costa Rica ninguno de los poderes del Estado, ni el Poder Central, ni el poder descentralizado de las instituciones que en este momento es tan grande, ejercen el poder a cabalidad.

DR BURSTIN: Don Daniel, perdone que lo interrumpa, pero se nos acabó el tiempo.

LIC. ODUBER: Entonces yo no le puedo contestar todavía si quiero ser Presidente, lo que sí le puedo contestar es que sí me interesa participar permanentemente en la política costarricense.

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