Uladislao Gámez Solano
1909-2005
En Liberia contrae segundas nupcias, pero al nacimiento de su segundo hijo, Francisco, muere su señora esposa. La pena lo obliga a trasladarse y decide trabajar en el Valle de Orosi, con sede en Paraíso de Cartago, donde contrae matrimonio con Juanita Solano Alarcón, integrando la familia Gámez Solano compuesta por Luis, Juan, María Rosa, Jorge, Uladislao y Mario.
El profesor Gámez González pasó luego a Puntarenas en 1898, como Inspector General de Escuelas, con jurisdicción en Puntarenas, San Mateo y Esparza. Su acción tuvo gran profundidad y sentido social, que, como acto principal en las fiestas del Centenario de la Independencia de Costa Rica en 1821, se le dio el nombre de don Antonio a la «Escuela Superior de Varones» de Puntarenas, y se le condecoró con la «Medalla de Oro», por los servicios distinguidos prestados a la Patria. En esa oportunidad se cantó por primera vez el «Himno de la Escuela Antonio Gámez» y fue cantado por Don Lalo, alumno de V grado en ese entonces.
Con excepción de don Luis, quien nació en Paraíso de Cartago, todos los hijos de don Antonio y doña Juanita nacieron en Puntarenas.
Don Lalo nació el 8 de agosto de 1909, y es el penúltimo de la familia de 8 hermanos. Su niñez está totalmente relacionada con el puerto. Todo forma parte de su vida: el estero, donde aprendió a nadar y a vagar; la playa, las islas y puertos del Golfo, los bancos del estero y los manglares, donde se paseaban y cogían chuchecas de grandes valvas y carnoso molusco. Sus deportes favoritos fueron la natación y remar.
Por haber nacido en agosto, tuvo que matricularse en primer grado con siete años y siete meses. La Ley en ese entonces pedía siete años cumplidos, y don Antonio no podía aceptar una excepción en un hijo suyo. Ingresó don Lalo a la Escuela que llevaba el nombre de su padre. Fueron sus maestros en esta escuela en orden de grados: Don Pánfilo Vidaurre, doña María Cristina Cespedes de Burgos, doña Adelita Sandino de Bontempo, don Domingo Caamaño y en V, VI su padre don Antonio. Sus maestros de música fueron don Daniel Zúñiga y don Paco González.
Especial capacidad para el estudio mostraba el joven Gámez, pero sobresalía por su cariño, casi pasión por la música, la declamación, la composición y la lectura.
Con el profesor don Paco González, efectuó estudios de lectura, solfeo y composición musical que lo lleva luego con gran éxito al estudio del piano y a la dirección de coros.
Don Antonio cuidaba que su hijo Lalo estudiara en la «Biblioteca del Centro de Amigos» que él organizó y dirigió hasta su muerte.
De esta suerte el joven Gámez se familiarizó con los libros donde pronto empezó a encontrar «sus amigos». Momento estelar en la vida de todo hombre, es aquel en que éste se encuentra con su libro. Ha dicho después don Lalo, señalando esa pasión.
En VI grado, el joven escolar define sus intereses: lectura, escritura, música, estudio y nace una firme ambición: realizar los estudios de secundaria y profesional en la Escuela Normal de Costa Rica.
Don Lalo había nacido en Puntarenas, donde no existía ninguna posibilidad de segunda enseñanza, además, la familia no tenía medios económicos. El futuro era incierto, el fantasmagórico espectro de la marginación y de la frustración parecía cobrar una nueva víctima, junto a sus compañeros de estudios. La angustia vivida en estos días fue tan intensa y caló tan hondo que, años después, al llegar al poder político se revela con firme decisión y furiosa energía contra ese tipo de injusticia. En una de sus numerosas exposiciones con motivo de la Reforma al Artículo 78 de la Constitución Política, para hacer obligatoria la Educación General Básica, hasta el noveno grado, dijo, «yo conocí las fronteras de la frustración y la marginación. En Puntarenas, en mi niñez, no había ni sexto grado y mi corazón era soñador y sediento de superación. Sufría en silencio, como se sufre una agonía. Esta injusticia no puede ni debe prevalecer. ¡Educación para todos en medida de sus capacidades! ¡No más Jóvenes frustrados¡ ¡No más jóvenes marginados!.
Al silencioso sufrimiento de su hijo, se sumaba el silencioso sufrimiento de su padre y particularmente su madre, que aprovechaba todo momento de familia para comentar: «Lalo debe ir a estudiar».
En enero de 1923, el Ministerio de Educación Pública, ofrece un concurso de becas para la Escuela Normal de Costa Rica. Las posibilidades son pocas, es un concurso nacional y pueden participar todos los alumnos que estudian en esa institución.
Pero en medio de aquella situación existía la posibilidad. El pequeño estudiante hace su solicitud y se dispone a ir a Heredia a hacer el examen. Fue muy dolorosa la partida. Dejar a su madre tan querida, sus hermanos, amigos, a todas las cosas tan profundamente vividas y queridas.
«Fue tan penoso -dice don Lalo- que al partir el tren, sentí que me invadía un frío sentimiento de soledad y empecé a llorar».
En San José don Antonio Gámez tenía muy acreditados amigos: el señor Ministro de Educación don Miguel Obregón, el señor Ministro de Salubridad, Dr Solón Nuñez y otras distinguidas personalidades. Quiso saludarlos antes de trasladarse a Heredia. Los visitó en el Palacio Nacional. ¡Quien le hubiera dicho al niño Gámez que antes de iniciar sus estudios, había entrado a la sala que 25 años después ocuparía, como Ministro de Educación Pública.
A Heredia se llegaba por tren. Una nueva experiencia para el joven Gámez. A las seis de la tarde llegaba el tren a Heredia. Era un paseo de la sociedad Herediana ir a recibir a los viajeros. La primera impresión fue muy favorable: mucha gente amable, culta, que saludaba y se dejaba saludar sin conocerlos a uno. Al llegar al hotel, (costado norte de la Parroquia, habitación de la familia González Flores), el deseo de ganar su beca. Al día siguiente padre e hijo fueron a la Escuela Normal. Don Lalo ya estaba en la lista de los inscritos para el concurso.
Don Omar Dengo, Director de la Escuela Normal recibió a don Antonio y a su hijo. La bienvenida fue tan tierna que el joven Gámez sintió que Omar Dengo sería su segundo Padre. El secretario de la Escuela Normal, don Fausto Coto Montero, ofreció cuidar del nuevo estudiante, si lograba quedarse. Tanta alegría había en el corazón de don Lalo, que su padre tuvo que llamarlo en la intimidad de su habitación en el hotel, y recordarle que solo ganando el examen podría quedarse o de lo contrario tendría que regresar a Puntarenas.
Volver, ¿a qué? Se preguntó en silencio. «Poca esperanza había de ganar la competencia. Los concursantes eran muy numerosos y participaban de todos los años de la Escuela.
El padre adivinó la preocupación del hijo y la aprovechó para prepararlo, en caso de un fracaso. Dos días después estaban los resultados. Una profunda fe y mucho de esperanza, llevó al jóven Gámez a ir a conocer su resultado. La respuesta fue una emoción. ¡Había ganado el examen! A grandes saltos fue al hotel a traer a su padre quien de inmediato dijo: «todo arreglado».
Don Omar recibió al nuevo alumno, don Fausto Coto es nombrado su tutor y el nuevo hogar fue a partir de ese momento el de la muy culta y gran señora Lola Sáenz Flores, quien lo cuidó con todo esmero.
El discurso de bienvenida de don Omar Dengo, en el primer día de lecciones, introdujo a don Lalo en un nuevo mundo; el gran mundo del espíritu.
Una feliz coincidencia se dio en el grupo del joven Gámez; dos compañeros más tenían la misma fecha de nacimiento. Fueron tres grandes amigos, especialmente Jorge Cordero Arias, muy distinguido doctor en medicina, ya fallecido.
La alegría y fácil comunicación del muchacho de puerto, le permitieron de inmediato hacerse estimar de todos sus compañeros, y fue electo Presidente de clase. Desde ese momento, será el presidente de todos sus grupos durante los seis años de estudios.
Un cambio de casa, le permite llegar a la familia de don Abel Chaverri y doña María Teresa Ulloa de Chaverri. En la casa hay un piano. Los niños Chaverri Ulloa estudian piano. El joven Gámez se sienta junto a ellos, aprende a colocar las manos y a pulsar los dedos y gracias a su lectura y solfeo musical, avanza rapidamente en el estudio. El piano se convertirá en su más querida afición, tal que lo va a llevar a ser el pianista de la Orquesta de su Escuela Normal. La profesora de música, señorita Luisa Montero, lo estimulará incorporándolo al coro de la escuela, y a suplirla en sus ausencias.
En cuarto año, el joven Gámez ha completado los fundamentos de su vida. Dirigido por don Omar Dengo, quien lo tiene muy de cerca, se aficiona a la lectura , al estudio serio, a la música, al piano, orquesta y coro, participa en las actividades de teatro y centros de estudios del colegio. Su liderazgo es muy fuerte y ocupa campo preferente entre sus compañeros que lo aprecian y distinguen en todo momento.
Un paseo de todos sus compañeros del colegio a Puntarenas, le va a servir para presentarse en su ciudad natal. Una gran Asamblea Pública, en que se presentará la orquesta, el coro, una pieza de teatro y por primera vez, don Lalo interpretará al piano una linda canción. Don Omar ha querido presentar al joven Gámez en todas sus facultades haciendolo participar activamente en todas las celebraciones. Puntarenas recibió con aplausos las intervenciones. La familia Gámez decidió esa noche que don Lalo tenía que realizar estudios superiores en España. En ese paseo, el joven inició una amistad con una alumna de año inferior llamada Consuelo Lobo Sáenz, amistad que terminó en noviazgo y el 30 de diciembre de 1933, en matrimonio.
Al iniciarse el curso lectivo de 1927, muere en Puntarenas don Antonio Gámez. Fue un rudo golpe para su hijo Lalo. La familia pasa por momentos de gran estrechez económica y ninguno de sus hermanos puede hacerse cargo de ayudarlo en sus estudios. De regreso a Heredia comprende que, muerto su padre, él y sólo él será el responsable de su propia vida. Don Omar Dengo gestiona y se le nombra maestro de música en la Escuela República de Argentina en Heredia, en donde trabajará de once de la mañana a una de la tarde hasta terminar en 1928. Su orgullo lo lleva a duplicar esfuerzos para continuar su línea de mejor estudiante y atender todas sus actividades dentro de la escuela. Una nueva afición y capacidad despierta en ésta época: la oratoria. El joven Gámez empieza a participar en debates y exposición de temas en público. El gran maestro Dengo descubre las grandes posibilidades del estudiante y lo estimula. En el acto final de ese año 1927, solo dos discursos había: uno del alumno, otro del maestro consagrado y sabio.
La muerte de don Omar Dengo, en noviembre de 1928, la sufrió don Lalo como su segunda horfandad. Pero tan intensamente había vivido don Lalo el pensamiento de don Omar Dengo, que por el resto de su vida mantendrá viva su presencia, haciéndola realidad en su trayectoria espiritual y magistral. En un discurso como maestro en Puntarenas dijo don Lalo: «Tengo la responsabilidad de ser producto de dos grandes hombres, mi padre Antonio Gámez y mi maestro don Omar Dengo».
Graduado el 6 de Diciembre de 1928, como maestro de Enseñanza primaria, pasa a servir en la Escuela Antonio Gámez, en Puntarenas, a partir de 1929. Su primer grupo fue IV grado. Así empezó el maestro mañana, tarde y noche se dedicaba a su escuela. Integró una magnífica orquesta que dirigió por muchos años. También sirvió como maestro de capilla, donde organizó bellísimos conjuntos corales, con los Frailes Franciscanos.
En la escuela se encontró con su antiguo maestro de música, don Paco González y juntos organizaron los coros de niños, cuyas presentaciones siempre eran de elevado nivel musical. Aquí sirvió hasta el año 1931. Al iniciarse el curso lectivo de 1932, se le asciende a Director en la Escuela Mixta de Esparza.
Aquí su dinamismo y su capacidad de maestro toma vuelo y pronto la escuela se convierte en el centro de toda actividad de la comunidad. Es nombrado también Auxiliar de Supervisión en Esparza por lo que su influencia se lleva a todo el circuito escolar. La escuela se abre a las seis de la mañana y se cierra a las diez de la noche, después de atender el servicio público de biblioteca y de ensayar los coros o representaciones de la comunidad. «En Esparza me hice maestro» dice don Lalo. Tan profundamente sembró en el corazón de los espartanos que todavía muchos hijos de sus alumnos, lo tienen como su maestro.
«Me sentía orgulloso de mi escuela: alumnos, maestros y padres, éramos una sola familia. ¡Cómo querían mis muchachos a su escuela! ¡Cómo nos queríamos todos!, El amor da alegría, comprensión y respeto, – dice cuando recuerda aquellos momentos.
El 30 de diciembre de 1933, contrae matrimonio con Consuelo Lobo Sáenz, «maestra de escuela», su novia de la Escuela Normal de Costa Rica. Instala su hogar en Esparza donde nacen sus hijos mayores: Alberto, Eduardo y Rodrigo. «Siento por Esparza un especial afecto. Allí me hice maestro, fundé mi hogar y vi nacer a mis primeros hijos. Con el amor de los míos llevo a Esparza en mi corazón» comenta don Lalo, cuando le preguntan por esta tierra de Puntarenas.
Al finalizar el curso de 1936, sorpresivamente llega a la Escuela el Señor Ministro de Educación, don Alejandro Aguilar Machado. Constata la labor realizada, presencia lecciones de don Lalo y luego publica en la Prensa: «He descubierto a un maestro» y lo lleva como profesor de geografía e historia, a la Escuela Normal de Costa Rica. En el año de 1937, posee un gran significado en la vida de don Lalo. Es la llegada como profesor a su muy querida Escuela normal, que le va a servir de base para presentarse al país con todas sus potencialidades. Pronto logró don Lalo, convertirse en uno de los mejores y más queridos profesores. Su gran comprensión e interés por los problemas de sus alumnos lo convirtió en un profesor confidente, con quien se podía conversar de todos los problemas de los jóvenes, brindando siempre sabios consejos y directrices. Los problemas de sus alumnos eran sus propios problemas. Muy pronto ocupó lugar preferente y propio en el corazón de sus alumnos y de la institución. Orgulloso de sus buenas lecciones, se preparaba con gran esmero para cada una. Estudiante, estudioso permanente, siempre estaba al día en las corrientes sociales, leyendo hasta altas horas de la noche. Era amigo de llevar sus libros a la clase para inducir a sus alumnos a la lectura. Una conferencia a sus alumnos sobre «momentos estelares de la humanidad» de Stefan Sweig, le permitió ganar la admiración y aplauso del alumnado por su fácil y fluidas palabras y gran oratoria.
Don Lalo encuentra entre sus compañeros de docencia a su profesora de música, la señorita Luisa Montero y de inmediato se organiza el gran coro de la Escuela Normal, que por muchos años, fuera el mejor del país. Centros de estudios, actividades deportivas y otras acciones, todo siente presencia del maestro. Los alumnos ponen el nombre de don Lalo al equipo de baloncesto, los grupos lo eligen como su profesor guía y su nombre es escogido por grupos de graduación.
Con el propósito de ampliar su preparación, se matriculó en la Escuela de Comercio Manuel Aragón, donde obtuvo los títulos de tenedor de libros (1939) y contador Mercantil (1940). Luego se integra como profesor de Redacción Comercial en tan acreditada Escuela.
Se organiza en San José en 1942 un grupo de estudio crítico con el nombre de «Centro de Estudios para los Problemas Nacionales», el cual se funda a su vez en Heredia una filial. El grupo elige a don Lalo como su Presidente y será el gran inspirador en la delicada labor por realizar.
La filial de Heredia presenta a don Lalo a los grupos de la capital y demás provincias del país y pronto va a ser electo en puestos de responsabilidad a nivel nacional. El Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales se transforma posteriormente en 1945, en el Partido Social Demócrata, donde don Lalo ocupa posiciones de gran responsabilidad.
Al apoyar el señor Arzobispo de San José Monseñor Sanabria, en las reformas sociales de la década del 40, y traer al país al Pbro Benjamin Nuñez para que dirigiera una nueva Confederación de Trabajadores que se denominó Rerun Novarum», don Lalo se sumó a este movimiento y se hizo cargo de atender los asuntos de educación. Bajo esta inspiración y propósito, fundó en 1947, en Heredia la «Escuela de Capacitación Obrera». El éxito coronó el gran esfuerzo. La escuela se transformó en la más valiosa experiencia que se había realizado en el campo de la educación sindical. Dirigida a formar buenos líderes sindicales, la escuela iniciaba con cursos de alfabetización. A los tres meses los alumnos estaban leyendo en público, escribían y desarrollaban cortos temas en las asambleas. La matemática se dirigía a formar buenos tesoreros de sindicatos. El español se dirigía hacia el Secretariado y Presidencia de sindicatos. Después de la Escuela Primaria, la escuela acentuaba sus objetivos: ahora, y por dos años, los alumnos recibían lecciones de Sindicalismo, Cooperativismo, Legislación Social, Cívica y Constitución Política, problemas universales. Estas últimas comprendían lecciones de Geografía, Historia, Sociología y Debate. Era obligatorio pertenecer a un club: Teatro, Coro, Futbol, Declamación. Se realizaba una asamblea semanal, a cargo de los alumnos, con un tema de discusión, y dos veces al mes se realizaban sesiones de trabajo en los cantones, por medio de una reunión pública y un juego de futbol. La formación y desarrollo de la personalidad del obrero era punto medular del programa. Sin darse cuenta, don Lalo adquirió un liderazgo muy fuerte en toda la provincia de Heredia. Al llegar a sexto grado, se otorgaba un Diploma de Conclusión de Estudios Primarios, para quienes no lo habían concluido.
Al organizarse la Universidad de Costa Rica en 1941, la Escuela Normal pasa a ser la Facultad de Educación y en 1944, don Lalo va a ser llamado para que se haga cargo de las cátedras de Literatura Escolar, Música y Arte Escolar. Luego en 1950 por motivo de traslado de la Facultad de Educación de Heredia a San José, toma la cátedra de principios de Educación e Introducción a la Filosofía de la Educación en la nueva Escuela Normal, que se reinstaló en la ciudad de Heredia.
La tensa situación política de los años 40, llevó al «Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales», a convertirse en un Partido Político: El Partido Social Demócrata. Don Lalo presidió siempre al Partido en Heredia, conoció a Don José Figueres a quien profesó siempre sincera amistad. «Yo no puedo hablar de don Lalo- dijo en una oportunidad don José Figueres- porque siento que estoy hablando de un hermano». Por otro lado don Lalo ha dicho en repetidas oportunidades: «A mí mismo me he jurado lealtad a don Pepe; lealtad que llevaré hasta mi muerte. En el altar de mi conciencia, he jurado lealtad eterna a don Pepe.
A través de tantos años vividos este juramento se ha cumplido fielmente.
En 1946, el Expresidente de La República don León Cortés Castro, había decidido que don Lalo integrara la papeleta para diputado al Congreso Nacional, en la elección de medio período, pero la designación es declinada porque don Lalo prefiere quedarse con su Escuela y no quiere perder esta extraordinaria experiencia social que más adelante va a servir de base para la fundación de la Escuela Nocturna y del Liceo Nocturno Alfredo González Flores. Pero ya el nombre de don Lalo empezó a pronunciarse en el campo político.
Para la campaña política del 48, participó activamente junto a Ulate y Figueres. Luego apoyo la candidatura de Ulate, pero siguiendo la línea dura de Figueres.
Durante toda la campaña, que fue violenta y muy agitada, don Lalo ocupó campo preferente con su acción en los diferentes comités y su palabra respetuosa pero vibrante, se escuchó en muchos discursos de plaza pública.
Al triunfo de don Otilio siguió la Revolución de 1948. Don Lalo sufrió prisión política por cinco semanas que duró la acción.
Al terminar la guerra y llegar a su casa lo esperaban un grupo de amigos, que aplaudían y lo felicitaban. Pocos momentos después, un agente secreto le comunicó que don José Figueres le pedía que se presentara el sábado 28 de abril, a las ocho horas en el Cuartel Bellavista.
Don Pepe había entrado con sus tropas a San José, en la madrugada de ese día y al entrevistarse con don Lalo le ordenó que se fuera a organizar el Ministerio de Educación y que las lecciones empezaran ojalá el lunes siguiente. No esperaba don Lalo esta designación, pues él abogaba por otra muy distinguida y autorizada educadora. Reunido el nuevo gobierno, bajo la Presidencia de don Santos León Herrera, Don Lalo fue nombrado como sub-secretario de Educación y al organizarse la Junta Fundadora de la Segunda República, bajo la Presidencia de don José Figueres, el 8 de mayo de 1948, don Lalo fue nombrado Miembro de la Junta y Ministro de Educación Pública.
A lo sorpresivo del nombramiento, don Lalo presentará su valiosa y rica experiencia de muy acreditado educador, con conocimiento vivido en la amplia gama de formación docente: primaria, secundaria, normal y universitaria. Va a darle a su administración el sentido de una revolución de ideas, iniciándose así los grandes cambios en el proceso de la Educación Nacional.
La Junta Fundadora de la Segunda República, por ser un gobierno de facto, debía convocar a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución Política. Previa a esta convocatoria, la Junta constituyó una comisión de juristas, economistas, políticos y sociólogos en cuyas manos puso la delicada tarea de redactar el proyecto de constitución que sirviera de base para que la Junta la pudiera someter a conocimiento de la nueva Asamblea Nacional Constituyente.
Se reservó el derecho para los Ministros de Estado de sesionar con la comisión redactora del proyecto y don Lalo hizo uso de ese derecho en repetidas oportunidades. Esta comisión entregó su Proyecto de Constitución a la Junta de Gobierno. Y correspondió a don Lalo, en unión de otros compañeros de gobierno, revisar lo referente a educación y darle el sentido de cambio que la Junta deseaba que llevara el nuevo Proyecto, cuyo título V, capítulo III, intitulado «La Educación y la Cultura», recoge en 17 artículos los deseados preceptos de educación . Aquí se encuentran contenidos de avanzada que obligarían luego al trabajo de revisión del proceso educativo del país.
La Junta Fundadora de la Segunda República, entregó a la Asamblea Constituyente el Proyecto de Constitución Política de la Segunda República de Costa Rica, el primero de febrero de 1949. La firma de don Lalo aparece en el histórico documento.
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