Homenaje a Rodolfo Solano Orfila

Por Fernando Berrocal Soto

Casa Liberacionista José Figueres Ferrer
San José, 8 de octubre de 1999

Tengo para mi así lo ha afirmado en otras oportunidades en esta Casa Liberacionista, que el “pragmatismo”, dentro de una visión reformista, socialdemócrata y a la costarricense de la política, ha sido siempre lo que ha caracterizado al Partido Liberación Nacional, tanto en sus planteamientos ideológicos y programáticos como en sus acciones de Gobierno A mi juicio, ese y no otro es el hilo conductor.

En mucho, esa realidad política e histórica tiene que ver con la mezcla heterogénea de raíces ideológicas del Partido Liberación Nacional, pero también con la personalidad de sus Padres Fundadores – los hombres reales, en sus virtudes y en sus defectos, que le dieron su fe y su carta de nacimiento- e igualmente y esto es algo que se debe decir de una manera bastante categórica, con la propia forma de ser nacional del costarricense.

Este es el necesario punto de partida, porque no fuimos de otra forma y porque seguimos siendo de esa misma forma Así hemos sido, como movimiento político, en las ocho oportunidades en que hemos sido Gobierno de la República y así, de la misma forma, estamos entrando a los primeros años del siglo XXI con la aspiración legítima de darle a Costa Rica el primer gobierno del nuevo milenio. Somos una alternativa pragmática y a la costarricense de una visión reformista y socialdemócrata de la política. Eso es el Partido Liberación Nacional.

Esto irrita a muchos. A algunos por exceso de idealismo y academicismo. A otros, por el contrario, por exceso de pragmatismo por necesidad existencial de acomodarse a algunos poderes constituidos, en la vida nacional, que quisieran ver finalmente doblegado al Partido Liberación Nacional y borrado, de sus documentos y propuestas, toda referencia socialdemócrata y cualquier nexo de origen o identidad con las corrientes mundiales del socialismo democrático. Ni lo uno ni lo otro. La verdad está en nuestra propia historia Una historia, la verdad sea dicha, de la que podemos estar legítimamente orgullosos en sus resultados, porque el Partido Liberación Nacional ha logrado en Costa Rica, en referencia a América Latina y quizás a todo el mundo en desarrollo, construir uno de los modelos más exitosos de democracia política, desarrollo económico y justicia social.

En un valioso libro que be leído en los últimos días, durante un viaje a Venezuela, el Secretario de Asuntos Internacionales de la Juventud Liberacionista, Sergio Moya Mena, en una nota al pie de la pág. 86, nos recuerda que los Padres Fundadores en «Acción Demócrata», el órgano oficial del Partido Social Demócrata, antecedente directo del Partido Liberación Nacional, en una fecha tan lejana como el 17 de marro de 1945, hace mas de 50 años, sin mucha concesión al entorno y muy claros de las razones por las que estaban en política se dejaron decir “que nuestro programa pretende establecer en el país un Socialismo Democrático Costarricense». Eso decían nuestros Padres Fundadores.

En la olla de cocimiento de esa década decisiva del siglo XX que fueron los años cuarentas y de ese punto critico de auténtica inflexión histórica que fue la Revolución de 1948, el Partido Liberación Nacional nació, sin embargo, como hijo y continuador de las arraigadas tradiciones liberales costarricenses liberalismo entendido a la francesa-, muy influenciado por la ideas intervencionistas del New Deal del Presidente Roosevelt que don Pepe y don Chico habían estudiado e interiorizado en la década de los años treinta en los Estados Unidos, profundamente permeado por las tesis keynesianas que Rodrigo Facio y Daniel Oduber estudiaban, defendían y difundían desde el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, con mucho del aprismo peruano de Haya de la Torre y aún mas de las Encíclicas Papales que el Padre Benjamín Nuñez introducía con frases y citas en todos 1os documentos y proclamas de la época, algo de 1os debates y las controversias socialistas de la Europa de la Postguerra y un fuerte contenido anticomunista impuesto por la realidad política nacional y el pacto entre Calderón y el Partido Vanguardia Popular De esa mezcla ardiente y creativa de ideas y fuentes nació el Partido Liberación Nacional.

Quien haya tenido tiempo y pasión para adentrarse en esa delicia del espíritu que son las páginas de la Revista Surco o quien haya leído y releído, en distintas épocas de su vida, cl Estudio sobre Economía Costarricense de Rodrigo Facio o quien haya templado su espíritu con las Cartas a un Ciudadano de don Pepe y haya hecho propio cl mensaje de “lucha contra la pobreza” de la Proclama de Santa María de Dota, en los días mas críticos de la lucha insurreccional, encontrará en esas referencias históricas explicación, razón de ser y sentido político e ideológico al Partido Liberación Nacional. También, si se continúa con objetividad el estudio de las obras y las realizaciones efectivas, en las ocho oportunidades en que hamos sido Gobierno de la República, descubrirá hasta qué punto, el modelo liberacionista, en los años que siguieron, desde la Junta Fundadora de la Segunda República hasta el último Gobierno del Partido Liberación Nacional, dio respuestas adecuadas y satisfactorias en un país pequeño y en desarrollo, sin grandes riquezas ni recursos naturales, a preguntas fundamentales del socialismo democrático en la segunda mitad del siglo XX.

Con ello, no digo ni mucho que estamos o vivimos como país en el mejor de los mundos. Nada de eso Afirmo, simplemente, que el liberacionismo ha tenido la capacidad política y de gestión para impulsar un conjunto de ideas y un modelo de desarrollo que nos ha singularizado y diferenciado positivamente y en la realidad de los indicadores, corno país, en América Latina y en buena parte del mundo en desarrollo y que esa verdad, aunque insuficiente, es bastante y meritoria para el Partido Liberación Nacional. Al menos es una buena y mas que justificada razón para seguir dando la lucha desde esta trinchera partidaria.

El espectro de la visión ideológica liberacionista dio, en los últimos 50 años, para gobiernos abiertamente intervencionistas y proteccionistas como los de don Pepe y Daniel Oduber, en un extremo del paradigma ideológico y político social demócrata costarricense, o abiertamente aperturistas y casi de la Tercera Vía, en los términos ideológicos en que nos lo formula Anthony Giddens en su conocido libro sobre la renovación de la Social Democracia», en los gobiernos de Oscar Arias y José Maria Figueres Olsen. Los Gobiernos de don Chico y de Luis Alberto fueron de posiciones intermedias. El paradigma ha dado para el izquierdista Manifiesto de Patio de Agua en la segunda mitad de los años sesenta y para las últimas conclusiones centristas del Congreso Ideológico José Figueres Ferrer de octubre del año pasado. En este mismo momento, el Partido Liberación Nacional se debate en una controversia de fondo entre quienes sostenemos una salida que no pasa por la venta de los últimos activos estratégicos del Estado Costarricense sino por su modernización y reforma, corno una forma de seguir construyendo una alternativa razonablemente eficiente de progreso y bienestar social nacional y quienes, en el otro extremo y casi coincidiendo con la propuesta neoliberal, abogan por la venta de esos activos y por d desmantelamiento del Estado Costarricense.

Algunos piensan que, con ello, el «pragmatismo» de los Padres Fundadores, dentro de una visión reformista y social demócrata a la costarricense, ha sido estirado hasta los limites de lo éticamente aceptable, no porque esas ideas no sean respetables -al igual que cualquier otra propuesta ideológica- sino porque de alguna manera el referente ideológico y político debería tener alguna frontera y una cosa es la socialdemocracia Liberacionista, aún en el contexto amplio y flexible de ese pragmatismo costarricense diferenciador y, otra cosa, ideológicamente distinta, es el neoliberalismo y las propuestas que privilegian la lógica del mercado sobre los valores de la solidaridad y la equidad. Ese deberla ser el limite y, ciertamente, algunos compañeros que aún se dicen liberacionistas hace mucho tiempo que cruzaron esas fronteras. Esto también hay que decirlo con la mayor de las franquezas.

Mi tesis a este respecto es que, al menos, quienes nos declaramos liberacionistas deberíamos tener claro el sentido y el alcance de los principios económicos y los valores sociales y políticos que defiende, en Costa Rica, la propuesta reformista y socialdemócrata del Partido Liberación Nacional y el papel de los instrumentos y medios institucionales creados por los gobiernos liberacionistas para alcanzar dichos fines en libertad y en democracia. Sobre los primeros -los principios y los valores- tenemos la obligación ética de ser verticales y hasta inflexibles. En cuanto a los segundos los instrumentos y los medios- la obligación de ser pragmáticos y flexibles, ajustando permanentemente dichos instrumentos y medios institucionales a criterios técnicos de eficiencia y de temporalidad. En esa diferencia y en ese pragmatismo, ha estado el éxito de la propuesta política del Partido Liberación Nacional.

Está claro que para los liberacionistas, a diferencia de los marxistas-leninistas en su tiempo, el Estado nunca ha sido un fin en sí mismo. De la misma forma que el mercado tampoco es un fin en si mismo, al estilo de la propuesta neoliberal de nuestros días o del viejo «dejar hacer, dejar pasar» de la mano invisible de los teóricos del liberalismo ingles. Para nosotros, los liberacionistas, el Estado y el mercado son instrumentos y medios para el desarrollo en libertad y con justicia social de la sociedad costarricense Nuestra visión es totalmente instrumental y de ahí que no nos resulte difícil afirmar que nuestra opción reformista y socialdemócrata acepta tanto Estado y tanto mercado como sean necesarios. Entre estos parámetros e insisto que con una visión pragmática, se ha movido el Partido Liberación Nacional, propiciando en todo momento, además, una alianza estratégica y de crecimiento económico con equidad, entre el sector privado empresarial de la economía y el Estado. Así desde su fundación hasta nuestros días.

Me correspondió trabajar con dos extraordinarios liberacionistas, Rodolfo Solano Orfila -a quien hoy rendimos justo homenaje- y Genaro Valverde Marín, en el Proyecto de Ley que creó la Corporación de Desarrollo, CODESA, en la administración de Daniel Oduber. En ese entonces, en plenos años setenta, todos en el Partido Liberación Nacional estábamos convencidos de la necesidad del Estado Empresario, pero todos igualmente y especialmente el Presidente de la República, veíamos la dimensión temporal de ese instrumento y estábamos convencidos de que las empresas de CODESA tendrían que revertirse y ser adquiridas, eventualmente, por el sector privado de la economía. Por ello, cuando el instrumento fue superado por la realidad, no nos fue difícil ideológicamente a partir de la administración Monge Alvarez y durante la administración Arias Sánchez, desmantelar CODESA, vender el complejo de empresas estatales creadas y privatizar, entre otros, los fertilizantes (FERTICA), los cementos (CEMPASA), el aluminio (ALUNASA) y la producción de azúcar (CATSA). El paradigma liberacionista dio para esas dos políticas. En lo que nos equivocamos fue en el control del proceso de privatización y, de esa forma, ninguna de esas empresas fue a dar finalmente a manos privadas costarricenses ni se consolidó, con su venta, como habría sido deseable y fue siempre la propuesta de don Luis Alberto, un modelo alternativo de propiedad social. En ese extremo si hicimos mal las cosas.

El tema, ahora, tiene que ver con el futuro del ICE, el INS, RECOPE y la transformación de los tres Bancos del Estado en Bancos de Desarrollo. Muchos, creo que la gran mayoría en el Partido Liberación Nacional, estamos apoyando las tesis de José Miguel Corrales y estamos firmemente convencidos de que, en esta última etapa, la reforma y la reforma tienen que hacerse sin venta ni privatización de esos activos estratégicos del Estado Costarricense. En ese contexto, a la vez, estamos propiciando un Estado eficiente que sea estratégico y regulador pero no administrador ni interventor. Como propuesta ideológica, la etapa de CODESA está agotada para el Partido Liberación Nacional. A lo que no renunciamos es al papel del Estado como instrumento y factor generador de indispensables equilibrios democráticos en una sociedad en desarrollo y, especialmente, desde nuestra condición de país pequeño, frente a la creciente globalización e interralación de la economía y la política a nivel mundial. Si lo hiciéramos dejaríamos de ser un partido político reformista y socialdemócrata.

Creemos que este país, con realismo e imaginación, tiene que seguir manejando y construyendo agenda propia En eso ha estado siempre la fuerza del Partido Liberación Nacional como herramienta política e instrumento de cambio del pueblo costarricense y ahí, sin lugar a la menor duda, debe seguir radicando la tuerza de la propuesta socialdemócrata. Por eso estarnos hablando y trabajando, en el MOVIMIENTO CORRALISTA, en una «Agenda Liberacionista hacia el siglo XXI»‘ que, desde una perspectiva integrada e interdisciplinaria, a partir de la experiencia y los resultados de la propia propuesta y del modelo de desarrollo liberacionista, esté en capacidad de ofrecer, en Costa Rica, alternativas y soluciones a la agenda internacional de la globalización y a la Revolución Científica y Tecnológica de nuestro tiempo. No es sólo, por ello, un problema de propiedad o no del Estado en relación al futuro de estos activos estratégicos. Es, en verdad, el problema mayor y esencial de seguir o no en control de nuestro propio destino como país o de ceder y sucumbir, «sin alternativas», como en sus momentos de poder en el Reino Unido decía con arrogancia la Señora Tatcher, frente a las tuerzas del mercado y los grandes intereses trasnacionales.

Todos sabemos que el péndulo de las ideas viene de vuelta. Con la excepción de España, la social democracia domina políticamente a Europa, en un abanico de posiciones ideológicas y de Gobierno, que van desde las tesis de la Tercera Vía de Tony Blair en el Reino Unido y Gerhard Schroeder en Alemania, a las tesis integracionistas de Massimo D’Alema en Italia y el socialismo democrático de Lionel Jospin en Francia con su tesis de una «economía de mercado pero no de una sociedad de mercado”. En nuestra región dos líderes de extraordinarias dimensiones están a las puertas del Gobierno y de iniciar una recuperación necesaria e indispensable del espacio de la izquierda democrática en América Latina: Ricardo Lagos en Chile y Fernando de la Rua en Argentina.

El Partido Liberación Nacional, igualmente, tiene todas las opciones abiertas para ser Gobierno en el año 2002. Lo menos que podemos exigir, ahora, cuando el tiempo histórico, a nivel mundial, regresa al lado de las ideas sociales y progresistas, es consecuencia liberacionista con lo que hemos sido ideológicamente y fuerza y determinación para profundizar, con realismo y a la con visión de futuro, en un modelo y en un conjunto de ideas que son la expresión del pensamiento y de la experiencia reformista y social- democrática en Costa Rica. No se trata simplemente de mirar hacia atrás porque eso seria conservadurismo. se trata de mirar hacia atrás con sentido crítico y de establecer una adecuada y justa valoración del modelo de desarrollo liberacionista, en sus fortalezas y en sus debilidades, en sus aciertos y en sus fracasos tanto como de definir e impulsar con determinación, firmeza, liderazgo y sentido de futuro nuevas políticas y estrategias de cambio y de reforma, frente a las nuevas realidades y las exigencias del presente a las puertas del siglo XXI. Ese es el gran reto al que está enfrentado hoy el Partido Liberación Nacional para seguir siendo la alternativa de la reforma y el cambio democrático en Costa Rica.

Rodolfo Solano Orfila

Rodolfo Solano Orfila el presidente de la Asamblea Legislativa más joven en la historia del país

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